El rincón de las arañas
Cada vez que es noticia la situación de la salida imprevista de los gerenciadores en algún club, uno se hace mala sangre. Algo parecido pasa cuando se va un gerenciamiento pero viene otro. Esto no debería sorprender a nadie, pero como todavía queda gente que se encandila con este maravilloso modelo de gestión, nos permitimos exponer nuestra visión.
Cuidado si su club está gerenciado y parece ser todo color de rosa. Mire que esta gente deja de poner su dinero y se va, tal vez luego de ver que el negocio por la venta de jugadores no era tal. ¿Qué queda? En todos los casos, un club con historia y problemas a resolver mientras el gerenciador de turno vuela a su país de origen. Esto es como aquellos matrimonios por conveniencia o aquellos amigos del campeón que están mientras duran las buenas, no hay pasión ni amor verdadero sino afán de lucro.
Este cronista aboga por la vieja y querida directiva de siempre, la que por amor al club organiza rifas y kermesses para comprar pelotas o un calefón, no el grupo inversor que con la frialdad de un bisturí viene a administrar pasiones como si fueran balances.
Si usted rellena el “XXX” por el nombre del equipo gerenciado, las problemáticas son las mismas: “Mañana reunión entre los gerenciadores de XXX y la Comisión Directiva. Sí no cambian algunas posturas de los que ponen la plata, renunciarían dirigentes”. “Los gerenciadores de XXX llevaron al club a este triste final, cuando las cosas se hacen de forma chancha , a la larga se pagan”. Hablamos de gente que viene a cambiar colores de camisetas y nombres de equipos como quien cambia de marca de cigarrillos, con el verso de la “recuperación mediante inversiones privadas”.
Nos quedamos con Villa Española compitiendo a pulmón con una directiva y un barrio atrás, con el Bigote López pintando y ayudando a arreglar la cancha. Preferimos mil veces a jugadores sacrificados y clubes que cumplen y compiten en la medida de sus posibilidades, a la instalación de estos modelos ajenos a nuestro querido deporte. ¿Qué sigue? ¿Jugadores yendo a entrenar de traje? ¿Premios al empleado del mes? ¿Cargos de CEO en vez de dirigentes? ¿Gráficas en los vestuarios?
Alguien tiene que parar la pelota. Estas cosas terminan casi siempre, con la salida de esos empresarios y sus espejitos de colores por la puerta de atrás. Grábese esto: hay cientos de clubes centenarios, pero nos sobran los dedos de las manos para encontrar empresas centenarias. ¿Hasta cuando los gerenciamientos en el fútbol uruguayo? ¡La pelota no es una empresa!
el rincón de las arañas, empresas, fútbol, Profesor Hermes J. Sanabria