El rincón de las arañas
El ya lejano miércoles 14 de diciembre pintaba para ser un día histórico para el fútbol uruguayo: la AUF recibía una oferta de 68 millones de dólares por los derechos de TV del fútbol local, que podían llegar incluso a 100 millones sumando otros rubros.
Todo este salvavidas para nuestro alicaído fútbol local llegaba de la mano de un señor Molina, especialista internacional en marketing deportivo, escritor best seller, speaker, profesor emérito de la Red Laureates Internacional… pavada de credenciales traía en su desembarco con una oferta que parecía ser la mejor noticia del año para el fútbol uruguayo. Incluso, paralelamente llegaba un manso comunicado de la empresa Tenfield en la que expresaba que se abría y estaba dispuesta a rescindir el contrato por el bien de todos. Si habrá revolucionado el ambiente de un fin de año en Uruguay, que hasta el mismísimo Fredy Varela estaba con la lapicera pronta para rescindir con Tenfield, todo por el bien del fútbol uruguayo.
Pero dicen que hay dos cosas en las que un hombre no debe confiar jamás: las lágrimas de una mujer y la renguera de un perro. Agregue otra: Paco Casal retirándose de una negociación así como así. Si los Reyes son los padres, Paco es el rey, el padre y el hijo (no incluimos al Espíritu Santo, porque tenemos la cabeza dentro de un balde laicista). Ya todo parecía raro. Fue así como el fútbol uruguayo se convirtió en el Alas U del 2016, y Don Molina en el émulo del “caballero de la derecha”. Y nos vamos a quedar con las ganas de saber quién era este misterioso personaje que durante unos días fue el hombre más nombrado del país.
Allá lejos y hace tiempo, se decía que alguien era capaz de “vender el obelisco”, o incluso un buzón de aquellos anaranjados (que dieron origen a la denominación con que se apoda a la IASA). El último que pudo vender algo que no existía y le salió bien fue Washington Cataldi, que vendió los derechos de televisión del Mundialito, algo para con lo que no contaba aún con autorización. Pero no vamos a comparar a Cataldi con este ignoto señor que claramente no calza los mismos puntos.
Molina quiso venderle hielo a los esquimales, pero se le derritió por el camino. Increíblemente, en un país lleno de vivos, estábamos por Navidad y había gente que seguía tomando en serio toda esta fantochada de una persona que decía tener 500 millones de dólares en un cofre fort. La historia terminó con la renuncia de la persona de confianza de Molina en Uruguay, con un hotel impago y unos millones que nunca aparecieron. Molina ya no pisaba más la AUF (seguro que nadie hizo este chiste). Pero tenga cuidado si lo ve por ahí, no vaya a hacer negocios con él a menos que le ofrezca 5 millones de dólares por su suegra y su potencial como embajadora del país. Cuando la limosna es grande, hasta el santo debe desconfiar.
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