El rincón de las arañas
Los que contamos con unos cuantos años encima, vemos a veces pequeños guiños de la vida que nos demuestran que no siempre es la piqueta fatal del progreso la que termina ganando. Veníamos como nación futbolística, vapuleados por la derrota de Peñarol en Bolivia, que como dijimos, es una derrota de todos los que queremos al fútbol uruguayo. Por eso, cuando un equipo compatriota realiza semejante oda al esquema tantas veces vilipendiado por los que se encandilan con el Barcelona o la selección holandesa, uno tiene que sentirse satisfecho.
Ayer, un equipo de nuestro país apeló al 4-4-2, casi que al 4-4-1-1, como arma ganadora en rodeo ajeno. Y no es poco, créanos. Porque en épocas en las que parece que el lirismo es el único camino hacia el buen fútbol, Nacional demostró que hay cosas que nunca pasan de moda. Así como un buen traje será siempre la mejor carta de presentación de un individuo, o ciertos perfumes hablarán de un buen gusto inalterable más allá de modas; un buen dispositivo táctico con dos líneas de 4 seguirá resultando mientras al fútbol se juegue con una pelota de cuero y once contra once.
Hagamos una analogía con el candombe, otro símbolo de identidad cultural de los uruguayos. Una cuerda se compone de tres tipos de tambores: chico, piano y repique. Si a usted no le da el oido o el talento para juguetear con el repique y hacerse el virtuoso, agarra para el piano y le pone sudor y esfuerzo a la cosa para que el toque de distinción lo ponga el que sabe. Así es más o menos en todo en la vida, el problema viene cuando la queremos complicar o queremos ponernos a inventar cosas que no nos salen. Fue así, como Martín Lasarte planteó un partido fiel a la esencia del fútbol uruguayo, sabedor de que no tiene muchos tocadores de repique. Pero mire, querido lector, que así también vale ganar. El orden táctico siempre paga, o como dicen los brasileños, el orden es progreso.
Entonces, en ese orden del que hablamos, cuando el lateral ve cómo el volante por su lado está dejando la vida casi hombro con hombro; apretará los dientes aún más fuerte en el próximo tranque. De igual forma, los dos fogoneros del mediocampo mirarán a los zagueros a los ojos y sabrán que no vamos a ir al infierno futbolístico por plantarnos así en un campo de juego. Como la más unida cuerda de tambores, un equipo que apele al 4-4-2 bien armadito, siempre sonará ordenado y monocorde. No todos podemos ser el Barcelona de Guardiola o el Fénix de Carrasco, por citar algunos ejemplos. Pero no nos olvidemos de los mundiales ganados por Italia, la Eurocopa ganada por Grecia o la Champions del Inter de Mourinho; todos tildados de “mezquinos”, “feos” o “aburridos”. Hay cosas que nunca pasan de moda, y mucho nos alegra.
Copa Libertadores, el rincón de las arañas, Nacional, Profesor Hermes J. Sanabria