El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Hace muchos años, cuando tuvimos la fortuna de guiar los destinos del querido Sportivo Carabelas de Don Torcuato en la aún más querida Argentina, acercamos a un psicólogo deportivo a nuestro equipo de trabajo. Imagínese las miradas de desconfianza, la reticencia, las burlas de las que fuimos objeto. Pero no importó, porque logramos cosas. Y todo se basó en algo que inculcó aquel profesional en el seno del plantel: la importancia de la competitividad en el deporte, con el rival y hasta con uno mismo.
Hay personas que quieren ganar hasta a la bolita, es su combustible para mantenerse en lo más alto durante tanto tiempo. Y el deporte no es la excepción, ya que la aparición de nuevos desafíos es clave en la búsqueda de la excelencia. Desde niños, estos individuos se destacan del resto por las primeras señales que manifiestan. Ya en el jardín de infantes, se frustran si su tupper es más pequeño que el de un compañero, o si otro niño lo supera en el manejo de la plasticina. Son así. Parecen estar dotados con un gen competitivo especial, una magia que solo tienen algunos.
Washington Sebastián Abreu es una de esas personas competitivas. No olvidemos que este Abreu es el mismo que pudo haber jugado al fútbol o al basket, y además también estaba en la selección de volleyball de su departamento. Está claro que le gusta competir, y superarse a sí mismo. Seguramente, el “Loco” se enteró de que Nández jugó tres partidos en seis días, con viaje transoceánico de por medio. Algo tenía que hacer, entonces hizo dos goles en dos países distintos en 24 horas, y con 40 años.
¿Otro ejemplo? Muchos jugadores pueden armar un once ideal de compañeros, Abreu lo puede hacer con clubes, sobradamente, y hasta con países si quisiera. No sorprendería si por esa misma competitividad, se haya enterado de que Robert Carmona, casualmente uruguayo, ostenta otro récord Guinness por ser el futbolista más longevo con 55 años (y contando). Que sea uruguayo, significará otra motivación extra para un Abreu que ha dicho en innumerables oportunidades que se siente bien y no ve cercano el retiro. Ser poseedor de dos récords Guinness podría ser otra motivación para este ejemplo de competitividad. ¿Sorprendería a alguien que vaya por el Oscar a mejor documental cuando se decida a editar las innumerables horas de video que hay en su cámara?
Mañana será el último partido de Abreu en Central Español, y en esta etapa de su carrera, todo es tan dinámico que iba a ir a un club chileno y termina yendo a otro. La razón: la propuesta de Puerto Montt, le representa un nuevo desafío, quizás el de ser el uruguayo más famoso en esa ciudad, por encima de los míticos Iracundos.
Algunos deportistas tienen ese gen competitivo que si es motivado puede trasladarse a otras disciplinas no deportivas, enriqueciendo su futuro. Aquellos capaces de seguir planteándose desafíos y de perseguir los sueños, tienen medio partido ganado. No perdamos de vista a Abreu. Si se lo plantea, puede terminar hasta de presidente.
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