El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Durante la Copa Confederaciones, Alemania da que hablar como siempre. Ya dijo alguien que “el fútbol es un deporte que se juega 11 contra 11, y en el que siempre ganan los alemanes”. Pero no fueron pocos los que se preguntaron medio en serio y medio en broma si el entrenador teutón Joachim Löw no estaría siendo influenciado por el Maestro Tabárez.
Cuando transcurrieron los 90 minutos del partido ante Australia, y Löw no había realizado variante alguna, muchos lo tomaron en forma jocosa, comparándolo con la inclinación de nuestro entrenador a realizar menos cambios de los permitidos en la mayoría de los partidos. Claro, mientras Löw fue elogiado por esta maniobra, a Tabárez se lo fustiga sistemáticamente por hacer lo mismo. La idiosincrasia de los pueblos suele transmitirse al fútbol, aunque a los uruguayos nos cuesta mucho menos pedirle cambios al técnico de la selección que llevarlos a cabo en la vida real.
El estratega germánico lleva once años al frente de la “Mannschaft”, los mismos que nuestro DT. Una tendencia que por las tierras del chucrut y los frankfurters parece común, ya que Herberger estuvo 18 años y Schön 14. Seguramente, nadie en Alemania se horroriza porque el técnico de la selección permanezca tanto, pero nadie es ajeno al hecho de que los alemanes y los uruguayos somos tan diferentes como un BMW y un carro tirado por caballos flacos.
Mientras Löw horroriza a las buenas costumbres por comerse los mocos durante los partidos, en nuestro país mucha gente acusa injustamente a Tabárez de hacer lo mismo en sentido figurado. Es que, si algo sobra en Uruguay no son jugadores de fútbol sino detractores. Para lo que sea, usted encontrará compatriotas dispuestos a defenestrar a quien corresponda. Por ejemplo, cualquiera de los dos entrenadores podría decir la frase “Ganar no es nuestro único objetivo”. En Alemania, será aplaudido. En Uruguay, será tildado de perdedor. Otro ejemplo: Löw asumió en 2006, y ganó un Mundial. Respetaron el proceso y dio frutos. Tabárez asumió en 2006, y acá decimos que “solo ganó una Copa América”. Parafraseando a Martín Lasarte, ¿los uruguayos nos habremos comido una Alemania?
En once años, una persona cambia mucho. A algunos les crece el abdomen, a otros se les cae el pelo; y otros pierden velocidad, marca o resistencia. Sin ir más lejos, hace once años nadie conocía a Toni Kroos, pero Arévalo Ríos ya jugaba en primera y era figura. La conclusión, es que el éxito de un proceso de trabajo radica fundamentalmente en el país donde se implementa. Parece que en el camino alemán hay más recompensas que en el nuestro.
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