El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Falta un mes para que comience el Torneo Clausura, pero ya desde antes de que terminara el Intermedio se venía dando una instancia que parece gustarnos mucho más que el fútbol en sí mismo. Porque seamos claros, la rumorología y la especulación son parte de nuestro diario vivir y si se trasladan al fútbol, nos resultan aún mucho más sustanciosas. Basta revisar los diarios para percatarse de todo lo que se habla, de los jugadores que emprenden una suerte de éxodo desde el fútbol uruguayo y de otros que se encuentran sin equipo mientras esperan volver a ese mismo fútbol uruguayo. Así ha sido siempre, porque “el fútbol son momentos”.
Aunque sabemos que nunca termina siendo así, los presidentes de los equipos grandes suelen pronunciar esta frase en cada período de pases: “Vamos a traer 3 ó 4, pero desequilibrantes”. Muchas veces, esto no se cumple, y terminan llegando 15 jugadores que cambian la fisonomía de cualquier plantel y ponen al hincha en la encrucijada de tener que aprender rápido nombres y caras nuevas.
¿Cuánto falta para que al final de un campeonato se computen los puntos correspondientes al resultado que den esos pases que tanto nos dan que hablar en lo previo? Entre tanta cosa que se inventa, como el VAR, no estaría mal someter a un equipo a quita de puntos por la incorporación de un crack que no termina explotando como prometía. El hincha de Peñarol podría perfectamente reclamarle a su dirigencia por haberle traído a Ávalos, de la misma forma que el dirigente cuestiona el mal comportamiento de la tribuna.
En un fútbol tan chato como el nuestro, es hasta más seguro esperar algo disfrutable del período de pases que del juego en sí mismo. No es algo agradable, y es hasta triste, pero cierto. Mientras dejamos descansar un poco a la maltratada pelota, relajémonos y disfrutemos de aquel período en el que tantas veces se ha dicho que se ganan los campeonatos. Mucho más que saber dónde va a jugar Cáceres, Gonzalo Bueno o Nández, o de renovar la ilusión del hincha, el período de pases es el campeonato del contratista. Mucho más que los eventuales goles de Esteban Paredes o la continuidad de Polenta, los hombres de traje italiano y cadenas de oro son los que definen. Hoy en día, un contratista en estado de gracia es más desequilibrante que el mejor 9 de área extranjero o que el más renombrado jugador de selección que vuelve a nuestro medio.
Ellos son los que tornan buenos a los famosos “paquetes”, a los desconocidos delanteros de la B de Argentina, a los “tapados”, a los que vienen de seis meses sin jugar y se tornan accesibles para los equipos de nuestro medio, a los promisorios juveniles que buscan mostrarse, a los que están más rotos que la nariz de un boxeador. Por eso, que los campeonatos se ganan en los períodos de pases es una verdad tan absoluta como que dos cabezazos en el área son gol o que goles errados son goles en contra.
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