El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Mientras disfrutamos de una Semana Santa, de Turismo o Criolla con temperaturas veraniegas; mientras esperamos que llegue el último ciclista y mientras nos vamos mentalizando de que, ahora sí, arranca el año; al tiempo que se viene un fin de semana de fútbol local y se siguen analizando los ecos de la China Cup, ya sabemos el nombre de los primeros tres uruguayos que nos estarán representando en Rusia. No, no es que Tabárez haya dado algún nombre. Para eso, todavía falta, pero sí sabemos que la terna de árbitros uruguayos en el Mundial será encabezada por Andrés Cunha.
Del mismo modo que Cristo murió por sus pecados y resucitó al tercer día, el árbitro internacional recibe con esta designación tan importante una suerte de redención por errores que haya podido tener en el pasado. Es que la FIFA es omnipresente, casi como un Dios que rige quiénes son buenos y quiénes son malos. O sin el casi, porque siendo objetivos, ¿qué le falta al máximo organismo del fútbol mundial para tener tanto poder como la Iglesia? El hecho es que Cunha es hoy uno de los uruguayos más felices, seguramente mucho más que aquellos que se ve imposibilitados de comer carne por sus convicciones religiosas.
Hombre habituado al arbitraje tradicional, pero también al VAR, el recientemente designado no escapa a lo que pasa cada vez que un compatriota se destaca. Basta darse una vuelta por Twitter, o por los comentarios de las noticias sobre este hito en su carrera, para notar que no son muchos los uruguayos que se alegran sinceramente. Los de un lado, los del otro, los neutrales que consideran que el nivel de nuestro referato es muy bajo y que mejor sería no mandar árbitros uruguayos al Mundial (¿por qué no unas Eliminatorias para los encargados de impartir justicia?), los colegas que creen que debieron haber sido ellos los designados… no es fácil que los uruguayos reconozcamos los triunfos de otros. Ya va pasar cuando Tabárez dé la lista, serán más los reclamos por los que no están, que el reconocimiento a los que están. Es que, si no fuéramos así, no seríamos nosotros.
Siempre, “el hermano jugaba mejor”, el que no está es el mejor, el árbitro designado para el clásico debió ser otro. Este fin de semana de Pascuas, aquellos observadores implacables de nuestro fútbol no podrán ver en acción a Cunha, para determinar si tal vez, el representante del silbato oriental en Rusia debió ser otro. Pero tranquilos, quedan algunos meses y varias designaciones para que aparezcan las banderas que le digan a Infantino que Leodan es uruguayo, o que le pregunten a la FIFA si Ferreyra está proscripto.
Andrés Cunha, el rincón de las arañas, Profesor Hermes J. Sanabria, Rusia 2018, uruguay