El rincón de las arañas
Peñarol y Nacional, Nacional y Peñarol. En el orden que usted quiera, no hay en el mundo dos equipos que acaparen a un porcentaje de los hinchas de fútbol como pasa en Uruguay.
Se pelean por ver quién es el decano, por quién tiene las mejores canciones, por quién vende más entradas, por quién tiene más hinchada pesada, por quién canta más fuerte, por quién la tiene más más grande (a la bandera).
¿No será hora de volver a competir por cosas importantes? Hasta hace algunas décadas, se motivaban el uno al otro cuando uno ganaba la Libertadores o la Intercontinental. Si se acuerda, ganar la primera pero no la segunda, era motivo de chicana por un buen rato. Algunos hinchas, incluso, no salían a la calle por la vergüenza que les producía perder en Tokio.
Digamos que en los tiempos que corren, se ha bajado un poco la vara, por llamarle de alguna manera. La competencia es por el 5-0 o el 6-1, o por las obras de los respectivos estadios. Ninguno se dio cuenta de que uno hizo el estadio porque el otro tenía el suyo y le iba bien y el otro empezó a remodelar el suyo cuando vio que su rival tenía un estadio de primer nivel.
Si había algo que caracterizaba a los hinchas de los equipos denominados grandes en otras épocas, era esa certeza acerca de la grandeza de su rival, aunque le quisieran ganar hasta a la bolita. Algo así como eso que cada vez suena más a slogan utópico: “Rivales sí, enemigos no”.
Hoy no, porque vaya a saber uno por qué, desearían que su eterno rival desapareciera de la faz de la tierra. De ser posible, de manera traumática y con mucho sufrimiento. Tal vez uno no llegue a ver ese momento en el que se vuelva a entender por dónde van las cosas. Empezando por el reconocimiento mutuo, en el mirarse en el otro para querer superarlo y superarse a uno mismo. Si se le gana, gastarlo, pero con ingenio y educación. ¿Será mucho pedir? Hay gente que le pide a algunos jugadores que jueguen bien, incluso sabiendo sus limitaciones. Para empezar, ambas parcialidades deberían saber a esta altura que no son el uno sin el otro. A partir de ahí, todo será mejor.
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