El rincón de las arañas
El flagelo del descenso es, acaso, uno de los más temidos en el fútbol. Tanto, que es equiparable a la muerte deportiva, una exageración que lo lleva a sacarle un par de letras también en los hechos (y pasar a ser el deceso de un equipo). No hay caso, somos muy pasionales los latinos en general. Porque olvídese de que en Suecia o en Noruega se hagan mucho drama por descender. Tampoco en Japón, donde lo ven como una oportunidad que la vida brinda a ese equipo para ser mejor de lo que era. Son filosofías de vida.
En esos países, no hay un Tola Antúnez para erigirse en bombero de los incendios más difíciles de apagar. No podría haberlo. Pero en Uruguay sí hay uno, y todos saben que es el mejor en lo suyo. Si usted tiene una misión imposible en cuanto a las perspectivas de descenso de su club, Julio César Antúnez es el hombre.
No pida, porque él tampoco lo promete, un fútbol lindo. Pero tenga claro que de un descenso no se zafa jugando como los equipos de Guardiola o de Bielsa, se zafa con pundonor y resultadismo. Y de eso, al Tola le sobra. Guste o no, contagia y salva equipos del descenso. Como colega, el máximo respeto a quien algunos tildan de vendedor de humo.
Y lo que son las cosas, que, si hay algo que caracteriza a los uruguayos, es la ingratitud y la poca memoria a mediano plazo. Siempre pasa lo mismo: después de consumada la salvación, llamarán a otro que “proponga” y se olvidarán del Tola, ese bombero que esperará tranquilo en su casa la oportunidad de salvar a otro equipo de un seguro incendio. Porque no hay nada que lo motive más que enfriar un fierro caliente armado solamente con su kit anti descensos. La tabla de promedios serían las cuerdas de un ring, pero él siempre tiene el golpe ganador esperando al round 12. Porque todo se entiende mejor con metáforas boxísticas.
Como decía la canción de Los Cazafantasmas, “¿a quién vas a llamar?”. No hay dos posibles respuestas, si lo que se quiere es zafarle al ahora conocido como “el fantasma de la B”. ¡Antúnez!
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