El rincón de las arañas
Comenzamos el año agradeciendo la atención dispensada desde que por el mes de junio comenzamos a compartir con usted nuestras opiniones. El 2016 que cada uno habrá despedido como corresponde, dejó eventos que marcaron tanto al balompié local, como mundial. Tampoco nos vamos a poner muy profundos, a riesgo de que la capacidad neuronal de nuestros lectores se encuentre afectada y desestimen seguir con interés estas líneas que esbozamos desde la tranquilidad de la ciudad en la primera quincena de enero.
Nos debe llenar de orgullo que la selección vaya segunda en las eliminatorias y haya terminado el año entre las 10 mejores del ranking FIFA, ese indicador que solo nos importa cuando nos resulta favorable. Y está bien, ya que al fin y al cabo a todos nos gusta escuchar las cosas buenas. Por eso, durante un tiempo, todos fuimos hinchas del Leicester. Y no solo en nuestro país, lo que demuestra que el ser humano siempre necesita algo en qué creer. Fue hermoso disfrutar de esa etapa, que culminó con la histórica coronación de nuestro equipo.
Y como estamos seguros de que esta columna no será leída por niños menores de 7 años, otra de las cosas que nos gustaría destacar es que la inocencia de un adulto es siempre puesta a prueba y no deja de sorprender. ¿A qué viene esto? Simplemente a que, durante unos días al final del año pasado, todos volvimos a creer en los Reyes Magos. De golpe un misterioso empresario venía a salvar al fútbol uruguayo, y como en la película “El baño del Papa”, fuimos un pequeño pueblo lleno de ilusiones y celebrando nuestro paso al frente. Eso siempre tiene valor, aún si la historia tiene el desenlace no esperado. Esa sería la cara buena de este suceso, que también aparece del otro lado de la moneda.
Al detenernos en lo peor del año, sin duda la violencia en el deporte se lleva el triste privilegio. Un energúmeno que tuvo la genial idea de lanzar una garrafa desde lo alto de la Ámsterdam fue más famoso que los jugadores, y por primera vez en muchos años no pudimos disfrutar del clásico en un torneo oficial, en un torneo que más que especial fue horrible. Ese torneo se nos llevó periodísticamente hablando al Polilla Da Silva, un hombre que siempre dejaba algo para comentar.
¿Se acuerda del engendro denominado Copa América Centenario? Tal vez el torneo más intrascendente de la historia del fútbol, al que nunca tuvimos ganas de ir. Que se lo queden los chilenos. Y, como siempre las monedas tienen dos caras, hay que decir habla muy mal de nosotros como pueblo que un vivillo de poca monta como el tal Molina, nos haya tenido en vilo como unos incrédulos. El fútbol seguirá trayendo cosas buenas, malas, graciosas, humillantes, tristes y divertidas. Lo invitamos a seguir compartiéndolas. ¡Feliz año nuevo!
2016, balance, el rincón de las arañas, Profesor Hermes J. Sanabria