El rincón de las arañas

Comprendiendo a Nacho

26 Aug , 2016  

Hay unanimidad en torno a que Ignacio María González es un jugador que promete… promete jugar bien algún día. Uno piensa en él y piensa en elegancia, dentro y fuera del campo. Por ejemplo, cuentan que cuando se confeccionaron los trajes para la delegación uruguaya en Sudáfrica 2010, el sastre comentó que al que mejor le quedó fue justamente a González. ¡Y qué curiosa es la vida! Nunca una declaración fuera de tono, nunca un exabrupto, hasta que llega la madurez de su carrera y va preso por una gresca en un clásico. Chilenas, rabonas, pases gol, y su acción más recordada es una mano que impactó sobre la humanidad de Discoteca Nuñez.

Luego de purgada esa culpa con 50 padres nuestros, y tres desgarros más tarde, el talento de Nacho llega a Wanderers. Y por suerte podemos seguir disfrutando de esta máquina generadora de fútbol en nuestras canchas, porque un ferviente católico como él, no merecía pasar por el choque cultural de irse a jugar a Medio Oriente.

Hay quienes cuestionan su escaso rango de movimiento, pero no todo es movilidad en el fútbol. Una vez, un desaforado hincha le gritó al borde del alambrado: “Nacho corré un poquito que te movés menos que la estatua del David!”, olvidando que Ignacio María no está para transpirar, sino para inspirar. Si el esfuerzo desmedido lo lleva a la lesión recurrente, preferimos que opte por dosificarse.

Es aquí cuando hay que ver el bosque y no el árbol. Si uno va a gritarle a un jugador que se mueve menos que un poste de la luz, tendría que entender qué es lo importante en un poste de luz, si el movimiento en la columna o lo que tiene arriba. Y Nacho vendría a ser la parte iluminativa, cosa que el 90% de los mortales no sabe apreciar. Fíjese sino en el partido de anoche por Copa Sudamericana, cuando quiere pegarle a un rival, le erra a la piña y se cae. Hasta estético fue ese intento de golpe de puño al rival, en una cuasi palomita con la mano buscando el cuerpo enemigo. No hay caso, el que es bueno de alma no podrá jamás disimular esa condición, y será elegante hasta queriendo pegar.

Nacho esta vez hizo la diferencia con su experiencia. No fueron las atajadas de Burián ni el despliegue del resto del equipo. ¿Quién tuvo en todo momento el panorama claro de lo que sucedía en el campo? Fácil, aquel que iba caminando y con las pulsaciones bajas para tener claridad de razonamiento. Nacho se hizo expulsar para distraer el foco, recibe solo un partido de suspensión, y su equipo se viene con ventaja en la serie. El último 10 sabe que sus compañeros harán el resto.

 

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