El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Mucho se ha escrito, y con orgullo, acerca de que el fútbol sudamericano es el semillero del mundo. Nos hemos jactado hasta el hartazgo sobre la supremacía que tenemos en relación a los europeos, que en lo único que nos superan es lógicamente en los medios económicos y en organización, porque el talento vienen a buscarlo al sur de América.
También gritamos a los cuatro vientos que entre tres países atesoramos nueve títulos mundiales, que la delantera del Barcelona está compuesta por tres sudamericanos, o que la discusión sobre el mejor jugador de la historia se reduce a un argentino y un brasileño; y que el capitán más representativo de la historia es uruguayo. Al fin y al cabo, con dinero cualquiera tiene buenas ligas. Lo realmente difícil, es tener un fútbol local como el nuestro y lograr que la gente pague una entrada o la cuota del cable. Vaya a convencer a un europeo de que pague por algo que sabe que no le gusta, pero por algún motivo no puede dejar de mirar. Eso solo pasa en Sudamérica, porque entran en juego pasiones que el dinero no puede aún comprar.
Pero más allá de que el fútbol sudamericano, visto como una suerte de “Patria Grande” del verde gramado, cuenta con un palmarés glorioso e innegable, cabe decir que últimamente las selecciones europeas nos vendrían pasando el trapito a nivel de Copas del Mundo. Esto es indiscutible, y está a la vista. Sin dudas, habría que unirse con nuestros vecinos a reflexionar sobre lo que nos está pasando. ¿Serán las manifestaciones de que a nuestro continente se le está yendo la mano con la exportación de jugadores?, ¿habrá que esconder un poco las cartas? Italia, España y Alemania; en ese orden, han ganado los últimos tres Mundiales. Por si fuera poco, los teutones quebraron la galleta en cuanto a que ningún europeo había salido campeón en América. Pues fueron, y ganaron en Brasil, para que no quedaran dudas. Por el camino, le hicieron siete goles a la “verdeamarela”. Claro, ahora no vienen en barco ni después de una guerra.
De los últimos cinco mundiales disputados, un rotundo 4-1 favorable a los europeos desequilibra la balanza. Si vamos un poco más allá, de los últimos siete, ganaron cinco. Si queremos ampliar la preocupación, vemos que los últimos tres Mundiales Sub 20 los ganaron: Francia (a nosotros), Serbia (a Brasil), e Inglaterra (a Venezuela, lo que demuestra que si el orgullo de nuestro continente está en manos de un país que nunca fue a un Mundial…). Es decir, el argumento de que con los jugadores que surgen, vamos a revertir la cosa, también nos queda por el camino. Y mire que más abajo, la cosa no cambia mucho: los últimos dos Mundiales Sub 17 fueron ganados por africanos. Para pensar.
Ya vemos que no nos alcanza con talento, impronta y picardía. Es probable que haya una cuestión más grande que comparar a un jugador con otro, a un equipo con otro, a una época con otra. Llegamos a un punto en el que tenemos que unirnos como continente, y eso es casi imposible. Basta ver el éxito del Mercosur, recordar la pelea de los juveniles con sus pares venezolanos, o revisar algún libro de Historia.
el rincón de las arañas, Europa, Profesor Hermes J. Sanabria, Sudamérica