El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Se presentó Peñarol ante Estudiantes de La Plata, pero cualquiera que haya visto el partido habrá notado que le faltó algo, además de peso ofensivo. Mientras se sigue hablando de que el equipo está en formación, algo que en cierto modo es cierto; mientras se sigue tratando de recuperar el ADN y se tiran los últimos nombres del período de pases, mientras se viene la noche de la nostalgia y no cesan los pedidos de algunos hinchas por Carlos Bueno y Fabián Estoyanoff; pasó algo: Peñarol se quedó sin alma. Y lo dicen hasta los hinchas de Nacional, algunos hasta enardecidos por el precio al que se vendió al capitán aurinegro a Boca Juniors.
“No venderé el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad”, dijo sabiamente el prócer Artigas sin presentir que algún día ese atinado pensamiento iba a aplicar hasta al fútbol. De hecho, ni siquiera conoció el fútbol ni a Uruguay, mucho menos a Peñarol o Nacional. Pero esto no es solo de ahora, porque Nández no es el primer jugador uruguayo al que se vende por montos irrisorios para lo que se maneja hoy en día, y para lo que realmente vale. Piense usted, sea hincha del equipo que sea, y trate de recordar cuál fue el último jugador que se vendió “bien”. ¿Verdad que no se le ocurre ninguno?
El caso de Nández no es más que una muestra representativa de algo que viene pasando con los mejores jugadores que surgen de nuestro humilde fútbol. En muchos casos, por no decir en todos, se venden para “tapar agujeros”. Basta mirar los montos por los que transfieren futbolistas desde la Argentina, para entender que nos están viendo la cara a los uruguayos. Porque en vez de hacer el razonamiento de que hay que pagar menos por un jugador que proviene de un fútbol en el que todavía se vende maní en conos de papel de diario, o donde muchas canchas no llegan al 80% de su superficie recubierta de césped; habría que hacer valer que quien se forma en Uruguay está preparado para cualquier batalla. Lo saben ellos, pero juegan con la necesidad ajena. Lo sabemos nosotros, pero nos siguen atrayendo los espejitos de colores.
Ecuación básica. Si “A” es un jugador de 21 años patrimonio de un club y vale “X”, ¿lo venderíamos por una tercera parte de “X” para cubrir los sueldos de “B” y “C” que llegan en condición de libres y con más de 30 años? ¿Por qué no apostar a mantener a “A” y revalorizarlo con una buena campaña internacional el próximo año?, incluso capaz que acompañado de “B”, “C” y si quiere hasta de “D”. El fútbol uruguayo va a tener que revisar su estrategia de ventas, tal vez haciendo que Palma dé charlas a los directivos de otros clubes pregonando el principio de “Vale tanto. Si pagan lo que vale, juega donde quieran”. Nos iría mejor.
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