El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
En el Mundial de Italia ’90, Daniel Fonseca anotó un gol agónico que depositó a Uruguay en Octavos de Final. Todavía permanece el recuerdo de aquel cabezazo, tal vez en posición adelantada, porque marcó un hecho singular en la vida del hoy empresario: fue la única vez que logró ser querido por la gente, y de forma unánime. “¡Fonseca nomá’!”, “Yo sabía que este botija era un crack”, “Si Tabárez lo pusiera más, éramos campeones”; no eran pocos los que lo pedían de titular para el duelo de Octavos ante los italianos como consecuencia de la euforia desatada por aquel gol.
Pero pasaron los años, y la relación de Fonseca con la gente nunca se afianzó. El tiempo también confirmaría que en realidad la relación de Fonseca no se consolidó con casi nadie, pero eso ya es otro tema. El jugador era noticia por sus goles en Italia, que llegaban vía el Polideportivo Dominical; pero una vez en la selección, el público y la prensa se preguntaban cuál sería la demarcación más adecuada para el delantero. ¿Era 9? ¿Era segundo punta, enganche, puntero derecho para enganchar para la zurda como en Juventus? Nunca se supo de qué jugaba Fonseca, sin embargo terminó redondeando una buena carrea, justo es decirlo.
Una vez más, el delantero apodado por aquel entonces “El Tigre”, lograba unanimidad. La gente lo reprobaba sin distinción de camisetas, y se preguntaba cuál sería la mejor manera de aprovechar sus condiciones, también sin disensos. ¿Cómo olvidar aquella campaña enardecida de la gente cuando se rumoreaba que Víctor Púa lo iba a llevar al Mundial de Corea-Japón 2002? Remeras con la inscripción “Fonseca NO”, poblaban las calles de Montevideo, dejando claro que el emblema de los “repatriados” no gozaba de demasiadas posibilidades en un concurso de popularidad entre el público uruguayo.
De todas formas, y esto es algo que aprendemos con los años, es justamente el tiempo el que siempre nos pone a todos en el lugar que corresponde. Y pese a todos los goles en el Napoli y en otros clubes, Fonseca encontró su mejor rendimiento en otra función. Italia era un buen medio para forjar una segunda carrera, que también encontraría al oriundo de Punta de Rieles en la vereda opuesta a la simpatía de los actores del fútbol uruguayo. De esa forma, el Fonseca empresario construyó una trayectoria que lo ha llevado a granjearse enemigos de todo tipo y color, al mismo tiempo que se hacía más mediático que nunca.
El equipo de los enemigos de Fonseca suma jugadores a cada paso, y ahora integró a José Luis Palma, jugador siempre férreo y difícil de enfrentar. Mientras tanto, si en Nacional quedaba alguien que privilegiara el recuerdo de un joven Danielito con la blusa alba, todo el “affaire Amaral” está logrando que eso quede atrás. Tratando de encontrar la posición que más le favorece, y con el oportunismo que siempre lo caracterizó, el hombre que supo jugar en Nacional ahora pretende jugar CON Nacional. Y una vez más, todo el mundo se pregunta: “¿De qué juega Fonseca?”.
Daniel Fonseca, el rincón de las arañas, Profesor Hermes J. Sanabria, uruguay