El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Cualquiera sabrá de lo que hablamos. Estos días que quedan entre medio del 24 y el 31, son días para quedarse lo más tranquilo posible. Lógicamente, si a usted le toca ir a trabajar, no le quedará otra que ir con la mejor cara posible y la intensidad que estas fechas le permitan. Pero aparte de aquellas obligaciones ineludibles, uno no se pone, por lo general, a hacer mucha cosa en estos días. Entre el calor, los preparativos (logísticos y psicológicos) para pasar con familiares sanguíneos o políticos y la vorágine general que se vive, no da para andar haciendo trámites o poniendo al día mucha cosa. Casi todo puede esperar al inicio del nuevo año, o a la vuelta de las vacaciones, o a que los gurises empiecen las clases, o a que llegue el último ciclista. Salvo que usted sea dirigente de un equipo de fútbol, ahí no le va a quedar otra que apurar el armado del plantel porque hay plazos que cumplir.
Es ahí donde se ve que las cosas salen como salen cuando uno se quiere poner a hacer demasiado entre las fiestas. En momentos en los que todavía perduran los efectos sobre estómagos y cabezas de lo vivido el 24 y el 25, en los que sabemos que vamos a vivir pronto dos jornadas de similares características; no se puede cerrar adecuadamente la vuelta a un club de una figura de clase mundial. Agregue el hecho de que la directiva recién asume, en estas fechas. Agregue que hoy en día todo se filtra y lo que no se sabe se inventa, y entenderá por qué la vuelta de Forlán a Peñarol terminó como terminó: comunicando que el pase estaba caído, un Día de los Inocentes.
Tal vez, lo mejor hubiera sido seguir tratando el tema entre las partes de forma más relajada. Poner demasiada energía en fechas complicadas suele ser contraproducente. Si había voluntad de las partes, ¿por qué no dejar que el espíritu de Punta del Este un 2 de enero hiciera el resto? A fin de año, uno está agobiado y con tendencia a la negatividad. Eso puede llevar a equivocaciones, como ofrecerle a Forlán, pese a que el único deporte que practica desde hace un año sea el tenis, un salario similar al del paraguayo Ávalos. Eso es la tendencia a hacer las cosas sin ganas que atrapa a la gente cuando el año está terminando. ¿Qué habría sucedido si esto pasaba los primeros días de enero en alguna mansión del este uruguayo? Seguramente, el optimismo que nos lleva a ver al nuevo año como un cuaderno en blanco, habría desembocado en una generosa propuesta, acorde a los galones del rubio delantero.
Esta semana entre las fiestas, debería ser lo más tranquila posible. Tal vez, este caso sirva como lección para aprender que entre el 26 y el 30 de diciembre no se negocian contratos ni se promete nada.
Diego Forlán, el rincón de las arañas, Peñarol, Profesor Hermes J. Sanabria