El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Finalmente, ya está todo planteado para la definición del Torneo Intermedio, que tendrá el doble privilegio de jugar su Final en el Día del Padre y a su vez en un nuevo aniversario de la victoria celeste en Maracaná. Por lo visto, el Intermedio ya nació mal barajado y siempre va a haber algo que interfiera entre él y el interés del público.
Esta coincidencia con fechas importantes puede tener varias lecturas. Por un lado, que siga pasando lo mismo que ha acontecido durante todo el torneo y la gente prefiera centrarse en celebrar ese día junto a su padre y/o sus hijos en vez de ver el partido. Por otro, que elija ver algún documental de Maracaná o pase la tarde leyendo el libro del colega Atilio Garrido sobre la gesta de 1950 como opciones primeras. Como es lógico, tampoco habrá oportunidad para las hinchadas de Nacional y Peñarol de entonar cánticos alusivos a la paternidad, en el propio día de los progenitores orientales.
Por otra parte, la clasificación de Defensor a la final derriba una serie de teorías conspirativas acerca de la digitación de quiénes debían definir el campeonato. ¿Cómo afrontará Acevedo el hecho de encontrarse jugando una final a la que su equipo no estaba destinado a jugar? Tal era el grado de convencimiento en tiendas violetas de que su suerte estaba echada, que por ejemplo Mathías Cardacio y Nicolás Correa elevaron el hándicap con sus expulsiones. Ellos cumplirán con el presagio, y no jugarán la final porque están convencidos de que todo el mundo quería que la jugaran los grandes.
Mientras tanto, el hincha aurinegro se sigue preguntando de qué forma logrará Damiani hacer desaparecer su video presagiando cosas que no sucedieron ni sucederán. Porque aunque parezca mentira, el accionar de los propios Damiani y Ramos ha tenido mucho que ver en que la campaña violeta termine con una nueva final. Estará en ellos ahora que Peñarol encuentre o no su ADN, mientras el debate entre resultadismo y buen juego sigue abierto.
Y en un fin de semana que dejó la confirmación de que ha nacido el “Defensor de los milagros” de la mano de un Eduardo Acevedo exultante, también se metió en la final el poco publicitado Nacional de Martín Lasarte. Muy lejos del paladar del hincha que se comió un Barcelona, y pese a las bajas de jugadores importantes, contó con el resurgir en el momento más oportuno de “Hugol” Silveira con el condimento siempre picante de la “Ley del ex”. Por todo esto, se repetirá la final del Apertura y no habrá clásico, tal vez la última esperanza de salvación de un campeonato al que todavía nadie le encontró la razón de ser. Quién sabe si entre festejos del Día del Padre y alusiones al Maracanazo, habrá o no algo para recordar.
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