El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Cuidado con las contrataciones demasiado rutilantes. Pensemos por un instante en esto: ¿quién despertó más expectativa en Peñarol, Santiago Solari o Alejandro Martinuccio? ¿Quién rindió más? ¿Quién costó menos? Mientras todo el mundo habla de la llegada del tres veces mundialista argentino Maximiliano Rodríguez, nos permitimos el beneficio de la duda sobre esas figuras que llegan con la lupa sobre ellos desde el primer momento. El problema no es su capacidad, que es probada; ni cómo insertarlo en el esquema. Es otro.
Lo hemos vivido como humilde jugador en campeonatos barriales de carácter semi amateur, en los que aquel jugador que venía con una estela de figura y cobraba algún surtidito del almacén del barrio por partido jugado, era mirado con recelo por el resto de nosotros. Es cerrar los ojos y recordar a aquel punterito derecho que llegó al equipo del que este humilde cronista era capitán y puntero izquierdo. Estaba claro por qué punta se tenía que jugar, y en caso de que optara jugar por la derecha, los pases debían ser lo suficientemente largos como para que no los alcanzara ni Jesse Owens (Usain Bolt si usted es más joven).
Algunos lo llamarán envidia, celos profesionales, recelo; pero esto pasa y es normal en cualquier ámbito de trabajo. Por eso, Leonardo Ramos deberá estar muy atento a la forma en la que logra insertar al afamado jugador rosarino en el equipo de las once estrellas. Esto lo decimos luego de haber vivido la experiencia de estar “del otro lado del mostrador” en la Argentina, al frente del humilde pero grande de corazón Sportivo Carabelas de Don Torcuato. Allí, pudimos comprobar que en otros países también pasaba lo mismo. La diferencia era que ahora uno estaba más curtido y se daba cuenta de que aquel 9 que había arreglado un dinero por partido jugado y un extra por gol, quedaba más aislado que usted tomando el té con su señora y las amigas. Ahí uno se dio cuenta de que, si no se le buscaba la vuelta, el hombre se iba a morir de frío.
Hay que convencer al plantel de que ese consagrado que viene a cobrar más y a acaparar los titulares de prensa, está de nuestro lado. Por ejemplo, flaco favor se le hace al jugador cuando se publica en todo medio de prensa cuánto va a percibir de salario antes de ponerse la camiseta para la presentación de rigor con Damiani. ¿A quién irá a pedirle dinero la barra? Al que gana más. ¿A quién le pedirán que pague el asado? Lógicamente al que viene como figura y gana más que el resto, y que todavía tiene que caer en gracia. Además, cualquier jugador necesita de sus compañeros para rendir. Hoy le pasa a Peñarol, pero estuvo cerca de pasarle a Nacional con Ronaldinho. La línea entre el éxito y el fracaso de las contrataciones rutilantes, es muy delgada.
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