El rincón de las arañas
Usted estará más que al tanto de toda esta novela entre jugadores, Tenfield, AUF, Mutual por entre otros temas los famosos derechos de imagen de nuestros jugadores. Entendemos que los futbolistas, que son los legítimos dueños de sus derechos de imagen, se nieguen a quedar afuera del reparto de la torta, ya que persiguen un objetivo que es el de profesionalizar a todas las áreas de nuestro fútbol.
Ahora, con la mayoría de los futbolistas en el país, disfrutando de sus vacaciones, no solo quedó de manifiesto la unión entre todos los profesionales a los que se han unido los jugadores que militan en el campeonato local, y que también pretenden revertir esta situación.
También quedó de manifiesto la enorme paradoja que rodea a los derechos de imagen. ¿A qué vamos? A que es difícil defender la postura de los jugadores por tener el control sobre el uso de su imagen, cuando vienen de vacaciones y se visten como Cáceres en las fotos que circulan por las redes sociales, o como José María Giménez de arlequín plateado, o Arévalo Ríos desde México con una corbatita roja sobre camisa negra. Todavía no vimos imágenes de Abel Hernández, por lo que la historia continuará.
Esto de los derechos de imagen comenzó allá por la Copa América del 2011, cuando un visionario Diego Forlán entendió que la hombría al aire de Martín Cáceres y el trasero de Sebastián Abreu que se vieron en el video del festejo en el vestuario, eran insumos a explotar por parte del plantel. Es lógico y entendible que estas cosas sean propiedad de los protagonistas de este deporte que mueve tanta gente y dinero. Pero lo menos que exigimos es una coherencia entre los derechos y lo que hacen con su propia imagen. Los jugadores deben ser muy cuidadosos del mensaje que mandan, porque todo gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Si los futbolistas entienden que hay niños y jóvenes mirando e imitando lo que hacen, si comprenden que son modelos que inciden en lo que se está forjando en las generaciones venideras, siempre tendrán en este cronista a un defensor a ultranza de su lucha. Pero por lo pronto, que esa conquista de los derechos de imagen, venga acompañada de la contratación de un asesor que los ayude a administrarla. Y no hablamos de administrar desde lo económico, también hace falta crear escuela para enseñar a ordenar sobre el cuerpo lo que se tiene en el ropero.
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