El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
¿Vio cuando se dice que la vida de algo depende de una sola cosa? En esos casos, lo mejor es esperar que el factor encargado de la salvación sea al menos algo confiable, se trate de lo que se trate. En el caso del Torneo Intermedio, hablamos de que lo único que puede hacerlo terminar con saldo positivo, es justamente algo que no viene demostrando gran confiabilidad: el partido Clásico. Como en aquellas películas con final feliz, la sola idea de que este campeonato finalice con una final entre los dos grandes del fútbol uruguayo mantiene ilusionados a unos cuantos.
Usted dirá, y con razón, que el Clásico es la máxima expresión de nuestro fútbol local. Pero también estará de acuerdo en que si vamos a esperar que sea el encargado de salvarnos el Intermedio, podamos al menos esperar que se juegue completo y sin incidentes. Eso, es hasta más importante que saber si Lasarte logrará deleitar el paladar del hincha tricolor, o si Ramos se va a poner chupin o blazer blanco.
Ya sabemos que el Intermedio no caló hondo. Seguramente, si se deja de jugar, la gente no pedirá su vuelta. Es más probable que se junten firmas para la vuelta de La Noche de las Luces, o para la reapertura del Tren Fantasma, que para que se vuelva a jugar un campeonato de estas características. Incluso la extinta Copa Bimbo había logrado meterse más en el corazón del público futbolero, que por esos misterios de la vida le ha dado la espalda al torneo que está llegando a su fin.
Dos partidos le restan a cada uno, y de esa forma podrán enfrentarse y salvar al Intermedio. Los ideólogos de esta forma de disputa prenden velas, como los hinchas de Peñarol a Guruceaga para que salga del arco, o los de Nacional a Hugo Silveira para que demuestre por qué le dicen “Hugol” y no “Hu”. Primero que lleguen los grandes a la final, después habrá que propiciar una tormenta de cerebros para diagramar el operativo de seguridad, del que se hablará más que de las alineaciones o los dispositivos tácticos.
Que se llegue a jugar un clásico en un torneo que lo contempla solo si ambos llegan a la final, es casi una cuestión de estado. Incluso, es más importante que la guerra entre Fonseca y Palma, que el intercambio de tweets de Arévalo Ríos con hinchas aurinegros enojados o que saber si se va o no Polenta de Nacional. El clásico es la única salvación, después los hinchas verán si ganar esa eventual final se festeja, o se considera un torneo menor como la Copa América Centenario o en su momento el Competencia.
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