El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
La denominación “estado tapón”, es un término geopolítico utilizado que define a un país situado entre dos grandes potencias previsiblemente hostiles, a fin de prevenir el conflicto entre las mismas por su sola presencia. Esto puede resultar un poco pretencioso, si pensamos en el tamaño de nuestro país en comparación con Argentina y Brasil (y casi con cualquier otro estado), pero así lo visualizaron los ingleses cuando se les ocurrió la idea.
Y como los ingleses han tenido bastante influencia con sus inventos por estos lados, además de inventar el Uruguay, nos trajeron su invento más famoso: el fútbol. A nosotros y nuestros vecinos. Desde ahí, nos consustanciamos con nuestra función de estado tapón y entendimos que la posición de volante tapón iba a ser la que nos definiría mejor en términos futbolísticos, mientras los dos gigantes discutirían eternamente por quiénes son los mejores del mundo en todo y quién tuvo o tiene el mejor número 10. Algo que decimos siempre, se juega como se vive.
Por lo general, cuando un estado tapón es realmente independiente, su política exterior tiene una orientación neutralista. Y algo de eso hay, podemos estar orgullosos de nuestra independencia ya que crecemos con ese mandato que nos dice que los argentinos son agrandados y ostentosos, y los brasileros ostentosos y agrandados. Medio que nos da lo mismo en orden de preferencia a quién defenestramos, está escrito en piedra que a los dos se les juega con dientes apretados y sin regalarles nada.
La presencia de Uruguay como estado tapón, garantiza de alguna forma que los argentinos y los brasileros no estén tan cerca y se peleen menos. Además, nos otorga en nuestras respectivas fronteras con ellos, interesantes mixturas entre nuestros compatriotas y los fronterizos albicelestes o verdeamarelhos de turno. Y alguno dirá, “por suerte no hay frontera entre Brasil y Argentina”. Y se equivoca, porque resulta que hay unos 18 kilómetros allá por la provincia de Misiones, donde se puede cruzar la calle y de un lado comer un choripán y en la vereda de enfrente un baurú. Algo así como una Rivera, un Chuy o un Artigas argentino. Como un Salto, un Paysandú, una Colonia con tintes brasileros. Un lugar donde las discusiones de frontera por la supremacía de Pelé o Maradona, de Messi o Neymar, del dulce de leche o el pé de muleque son eternas; donde la gente no se parece mucho a los brasileros y a los argentinos que conocemos. Es ahí, al imaginar extensiones mucho mayores de fronteras argentino-brasileras, cuando uno piensa en qué habría sido de esta parte del continente sin la presencia de nuestro país como estado tapón.
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