El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
El juez pitó el final del partido, y el hombre se desplomó. Destrozado, llorando, le pidió perdón a sus hinchas, quienes lo respaldaron pese a lo triste del momento. Dejando por un instante las celebraciones, algunos jugadores del Real Madrid lo fueron a consolar diciéndole que caerse está permitido, pero levantarse es obligatorio. Incluso Gareth Bale, el hombre que le clavó una chilena de otro partido y le venció las manos desde 40 metros, se hizo un momento para darle ánimo. La Final de la Champions League sigue en boca de muchos, pero Loris Karius no olvidará el aciago día que tan lejos estuvo de ser el Día del Golero (al menos en el buen sentido).
Ser golero, guardameta, goalkeeper, cuidavallas, arquero; no es para cualquiera. Es difícil para el resto de los mortales, entender a aquel espécimen solitario que se para en el arco para defenderlo de diez contrarios que van a intentar vulnerarlo (incluso pueden ser once, si justo tiene el infortunio de que del otro lado hay un colega de los que gustan de patear los penales). “El día del golero”, es una trillada frase que alude a cosas que nunca van a llegar. Incluso, se sigue usando pese a que desde 2013 existe como fecha internacional institucionalizada. Siempre será el día del tipo incomprendido, aquel al que se aludirá cada vez que se reclame una tarea postergada o un deudor escurridizo nos dé una nueva excusa por la que no pudo realizar el pago que tanto esperamos.
Todos cometemos errores, algunos incluso más graves que los cometidos por el arquero del Liverpool. Sin embargo, pese a que muchos nunca nos paramos adelante de un arco, opinamos y juzgamos sin piedad. ¿Las suspicacias? A la orden del día, por ejemplo, diciendo que Florentino Pérez justo venía diciendo desde hace un tiempo que quiere comprar un arquero y se notó que no necesariamente significaba comprarlo para que atajara en su equipo. La crueldad no tiene fronteras, tampoco límites. Karius podrá reponerse, o no, pero para un golero, la historia del poco reconocimiento en las victorias y los muchos dedos señalando en las derrotas, es la vida misma con tres palos como marco. Porque, ¿qué otra cosa es la existencia humana sino aquella metáfora inigualable de “te largan a la cancha sin preguntarte si querés entrar, por si fuera poco, de golero… toda una vida tapando agujeros, y si en una de esas salís bueno; se tiran al suelo y te cobran penal”?
La vida es muy dinámica, uno nunca sabe cuándo puede pasar de ser comparado con algún actor de la serie “Vikingos” o a acaparar las miradas femeninas; a transformarse en estrella de los memes. Por eso, a Karius le queda el consuelo de saber que, si no sigue atajando, al menos se podrá defender como modelo.
Champions League, Liverpool, Loris Karius, Prof. Hermes J. Sanabria