El rincón de las arañas

Momo y 10 más

3 Feb , 2019  

Prof. Hermes J. Sanabria

Vuelve el fútbol uruguayo (¿vuelve?), justo al mismo tiempo que volvió Carnaval. Todos sabemos lo que mueve Dios Momo en nuestro país, tanto que en un mes vende más entradas que el fútbol en todo el año. Y ojo, que no va la cosa en la calidad de los espectáculos, como a veces se le achaca al fútbol por la baja venta de localidades. El público carnavalero es más fiel y acompañador, más allá de que el nivel escénico sea mejor en algunos años que en otros. Aunque ahora sabemos que a la pelota le queda casi todo este mes para resolver cuándo empieza a rodar, lo mejor sería no competir con la celebración bacanal más larga del mundo, sino unírsele.

Ya le pasó una vez a Atenas de San Carlos, que perdió a su arquero por querer interponerse entre el jugador y el llamado de Momo. Las pasiones de los uruguayos, deben ser estratégicamente programadas, de modo tal que no se superpongan. Ya es sabido que Carnaval dura solo un mes. Por ende, la gente va a destinar recursos a pagar la entrada al Teatro de Verano o al tablado del barrio, y recién si puede, verá si se dispone a ir a ver al cuadro.

Una de las cosas buenas que tiene nuestro país, es que las cosas malas tardan en llegar. Pero a su vez, una de las cosas malas que tenemos, es que lo bueno también tarda en ser adoptado. ¿Un ejemplo? El famoso Super Bowl de Estados Unidos, no viene al caso que sea un deporte inentendible, vamos al hecho de que a la gente parece gustarle. Ese partido tan importante, siempre va acompañado de un espectáculo musical de primer nivel, una conjunción perfecta en tiempos de deporte espectáculo. ¿Por qué no llevar alguna etapa del concurso de agrupaciones carnavalescas al Estadio Centenario? Imagínese un programa del tipo “Primera hora, una revista o unos lubolos. Segunda hora, Nacional o Peñarol contra el rival de turno. Tercera hora, Zíngaros, La Catalina o alguna otra agrupación taquillera”, por un precio accesible. No suena tan mal, ¿verdad?

Se puede conjugar el pintarse la cara con que a su equipo le pinten la cara. Es febrero, un mes de la alegría y de las pasiones populares. Es febrero, el mes en el que cualquier programa comienza y termina por Momo. Aprovechemos su influencia para arrimar agua al molino que nos interesa porque, al fin y al cabo, el fútbol no puede perder nunca la alegría y los derechos de toda la alegría los concentra la misma empresa.

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