El rincón de las arañas

No aprendemos más

4 Apr , 2018  

Prof. Hermes J. Sanabria

Siempre pasa lo mismo, como si darnos la cabeza contra la pared una y otra vez no nos hiciera escarmentar. Pasa en varios órdenes de la vida, pero hoy vamos a centrarnos en el que importa por estos días: el Mundial. Concretamente, en las aspiraciones con las que solemos encarar la participación en la máxima justa del fútbol, y cómo contribuimos entre todos a crear un clima que no es el mejor para el tranquilo desarrollo de un plan de trabajo.

Se acerca el Mundial, y siempre nos empezamos a ver favoritos. No pregunte cómo ni por qué, pero nos viene una cosa ahí que nos lleva a darnos manija nosotros mismos, y lo peor es que sabemos que no es bueno, pero lo seguimos haciendo. ¿Por qué no volar por debajo de los radares? ¿Por qué no dejar que la atención se la lleven otros? Siempre va a ser mejor que no nos miren mucho ni hablen mucho de nosotros, porque después será mayor el margen para sorprender.

Ya sabemos que Godín y Giménez son, probablemente la mejor pareja de zagueros de una selección que también comparte club. Que es algo que no todos los equipos tienen y que, seguramente, representa un plus para las posibilidades deportivas de nuestro equipo nacional. ¿Para qué seguir insistiendo en el tema? Mejor, cuando nos hablen de eso, saquémosla del estadio tan fuerte como haría cualquiera de nuestros dos centrales, con un “bueno, sí, pero mirá los zagueros que tienen Brasil o Alemania, están en otro nivel y no precisan jugar juntos en sus clubes”. ¿Cuántas veces más vamos a tener que escuchar que Suárez y Cavani componen una delantera que produce envidia en casi todas las selecciones participantes? Tanta, que hasta se han sabido casos de gente en otros países, que pega las figuritas de los dos arietes salteños en la página de su selección ante el escaso poderío ofensivo que llevarán a Rusia. ¿Y qué produce siempre la envidia? Sí, mal de ojo, mala onda, y resultados negativos. No hablemos nosotros también de Cavani y Suárez todos los santos días, dejemos que lleguen calladitos y hagan lo que saben hacer en las que duelen.

Este cronista espera ver el lejano día en el que los uruguayos aprendamos a “jugar callados” con respecto a nuestras posibilidades, que aprendamos que no nos hace bien sentirnos favoritos, que no es una buena cosa ya estar pensando y planificando los eventuales cruces de octavos de final sin haber preparado todavía las valijas. Entre nosotros, ya sabemos que tenemos un buen grupo de jugadores y un cuerpo técnico de experiencia, ¿por qué no aprendemos de una vez a cultivar el perfil bajo que tanto presumimos de tener?

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