El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Pareciera, porque realmente los acontecimientos hablan por sí solos, que jugar un clásico en este país se ha tornado más difícil que adivinarle una emoción a Zalayeta o a Hugo De León, por poner un ejemplo de cada lado. Resulta que, dentro de diez días los grandes deben jugar y parece que andan complicados por diversos motivos. A nadie escapa que hoy los grandes están incómodos con el clásico, pero tal vez no es por el clásico sino por sus propios problemas.
Uno habría pensado que, en otros tiempos cuando el receso era en verano, la cosa era más difícil porque la cabeza de la gente estaba en otro tema. Pero estando en agosto, ese argumento queda por el camino como podía quedar un defensa ante un amague de Recoba o de Pacheco, por poner un ejemplo de cada lado. Este tipo de partidos, no son tan difíciles de organizar en otras latitudes. Se fijan, se organizan y se juegan. Punto. Pero nosotros somos diferentes, y nos tomamos las cosas mucho más a la tremenda que en otros países donde hasta los clásicos rivales comparten estadio. El clásico se ha transformado en ese pariente que nadie quiere recibir en las fiestas de fin de año, para los clubes en primer lugar.
No vaya a creer que un partido de pretemporada podría verse solamente como una instancia para recaudar dinero, preparar a los equipos y brindarle un espectáculo a la gente. No sea tan ingenuo. Entrenadores han perdido su puesto de trabajo por malos resultados en torneos de verano o Copas Bimbo, jugadores han terminado procesados por partidos de pretemporada. ¿De quién es la culpa? ¿De los medios? ¿De los hinchas? ¿De los dirigentes? Vaya uno a saber, pero lo cierto es que todo el mundo se pasa la granada y en algún momento puede llegar a explotar.
Hoy en día, el equipo grande piensa dos veces antes de jugar un clásico durante un receso. Que si lo agarra entre medio de competencia internacional, que si viene en formación o en un mal momento, o con un entrenador cuestionado… la especulación está a la orden del día. Es como aquel boxeador que sabe que no está del todo preparado, si no pelea sabe que no va a perder. Por eso, hoy los grandes no ven con mucho entusiasmo pasar por la experiencia de un clásico y plantean poner a la Tercera o a la Cuarta.
La cuestión es que se viene otro clásico, y se fijó un lunes de agosto a las 20. Prepárese, porque todavía no se puso sobre la mesa la otra parte de la película: el operativo, las discusiones sobre si es mejor de día o de noche, fin de semana o entre semana, jugarlo en el Estadio o en Miami y así sucesivamente. Tal vez habría que hacer como en los viejos partidos de las ligas barriales, preguntarles a los equipos cuando lo quieren jugar y listo.
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