El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Primero que nada, nuestra solidaridad con los colegas que perdieron su fuente de trabajo. Seguramente, muy pronto los veamos trabajando en otros medios, como sus condiciones lo merecen. Quienes hemos abrazado esta hermosa profesión de encadenar letras al devenir de la pelota y su mundo, entendemos de sobra lo que significa perder espacios en los que poder expresarnos. ¡Que nos vengan a decir lo que es no poder escribir en El Gráfico!
Sabido es, que la emblemática revista de deportes argentina que baja la cortina un año antes de su centenario, tuvo a grandes compatriotas entre sus principales hombres a cargo durante tres cuartas partes de su andar por el mundo del periodismo gráfico (como su nombre lo indica). Pero, lamentablemente uno nunca pudo ser parte de tan selecto staff, ni siquiera para hacer los mandados o para cambiarle el filtro a la máquina del café. ¡Cuántas veces desde la vereda clamamos por un segundo de atención para poder entregar al director de turno nuestras humildes crónicas! Sin embargo, ni siquiera pudimos sentir el placer de ser impregnados por el humo de los cigarros que emanaba de aquella redacción histórica.
En diversas oportunidades, intentamos, sin éxito, ponernos la camiseta de El Gráfico. Nunca, la condición de hombre de fútbol fue suficiente para plasmar humildemente nuestros conceptos en tan prestigiosas páginas. Así, de chiquilín y de no tan chiquilín, este cronista se tuvo que contentar con mirarla de afuera. O a lo sumo, comprarla. Seguramente, todos los que en estos días han publicado su tristeza por el cierre de la biblia del periodismo deportivo, recuerdan aquellas históricas tapas con la consagración de Uruguay en el Mundialito, o las conquistas de Peñarol y Nacional. Pues bien, uno también las recuerda y doblemente, por el rechazo que hubo que soportar, aun ofreciéndose para escribir gratis. “Cualquier cosa lo estamos llamando”, era el frío latiguillo que venía del otro lado.
Llevábamos años sin intentar ser parte de El Gráfico. La vuelta al pago, donde por suerte se empezaron a dar las oportunidades, tardías, de dar rienda suelta a nuestra pluma, nos alejó de aquel sueño. Con mucho gusto, de haber sido aceptados, habríamos puesto el hombro con todo nuestro empuje para que no pasara lo que pasó. Con la calma que dan los 74 eneros recién cumplidos, hoy estamos en paz y podemos sentir que no le debemos nada a nadie. Tal vez, el camino debió haber contemplado aggiornarse a las nuevas plataformas, como tuvimos que hacer nosotros. Fue una lástima que nunca hayamos podido caminar juntos, para ser graficos.
Argentina, El Gráfico, el rincón de las arañas, Profesor Hermes J. Sanabria