El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Este cronista tenía apenas seis años cuando la hazaña de Maracaná transformaba a este país en una fiesta. Ya en aquel lejano 1950, en pleno éxtasis por el triunfo mundial, un comentarista radial dijo: “Sí, pero Uruguay no jugó nada bien”. Era, sin dudas otro país y otra realidad, pero desde entonces el fútbol ha brindado a los uruguayos algunos momentos de festejo y alegría generalizada como el que se debería estar viviendo ahora. Sí, se debería. Porque pareciera que hay gente que nunca se va a conformar.
No vaya a malinterpretar este razonamiento. Por supuesto que una gran parte de la población vive momentos de enorme algarabía por la clasificación directa y la renovación que ha ido llevando a cabo el entrenador. Pero, porque siempre hay un “pero” en nuestro país, hay algunos que nunca están conformes y lo hacen saber, aún en horas felices por un presente soñado y un futuro esperanzador.
Ayer, mientras en Paraguay había denuncias de que los jugadores venezolanos habían sido tentados por chicas de la noche enviadas estratégicamente al hotel; mientras se decía que había olor a arreglo de empate entre Colombia y Perú, en el Estadio Centenario se mostraba la cara de la evolución. Aquellas prácticas oscuras de otras épocas, no se hicieron presentes por estos lados. Estábamos clasificados una fecha antes, los jugadores y el cuerpo técnico en plena luna de miel con la prensa y la opinión pública, el equipo uruguayo salía ayer jugando desde el fondo, triangulaba en el medio cuando lo apretaba el rival y la pelota no rebotaba en los pies de los hombres de celeste, sino que se deslizaba con velocidad y de forma certera entre nuestros hombres sin caer en el pelotazo…
“Pero dejó a Pereiro afuera del banco”, “Pero no puso a Maxi Gómez para que debutara”, “Pero hizo tres cambios para hacer calentar a la gente; ¡no puede poner a Lodeiro, el Cebolla y el Mono!”, “Pero, ¿cuándo va a citar a Torreira?”, “Pero mirá que enfrente estaba Bolivia, sino marchábamos”. No hay caso, la facilidad para poner “peros” que tenemos los uruguayos, es similar a la que mostramos para jugar al fútbol. Es decir, mucha.
Mientras algunos festejan, otros anteponen la famosa palabrita de cuatro letras a su preocupación por la falta de volumen de juego del equipo o las posibles ausencias o presencias de la lista mundialista. Si hasta algunos que estaban deseando que quedara afuera Argentina, sorprendieron cuando parecieron alegrarse por la clasificación de nuestros vecinos. “Pero igual estoy contento porque quedó afuera Chile”, nos confió un allegado tras el desenlace de la última fecha del camino a Rusia. Pareciera que, sin peros, no vale.
el rincón de las arañas, Eliminatorias, Profesor Hermes J. Sanabria, Rusia 2018, uruguay