El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Desde siempre, uno vio a la selección uruguaya como ese emblema que nos unía a todos detrás de un objetivo común. Como pocas cosas en este país, tal vez comparable a la figura de un Artigas que ha sido elevado al status de héroe unánime por todos los pensamientos políticos y por civiles y militares, la camiseta celeste ha mantenido siempre esa condición de elemento de unidad nacional.
Lamentablemente, vivimos tiempos complicados en muchos aspectos y lo que “siempre fue así”, puede ser víctima de la modernidad. Modernidad que, tiene sus partes buenas y sus partes no tan buenas. Tal vez por ser hijo de otro Uruguay, uno prefiere quedarse con aquello de sentir que hinchando por la selección podíamos ser parte de algo grande en vez de dividir. Hoy, parece que la división es la operación matemática preferida, peleando palmo a palmo con la resta. Tal vez, siempre fuimos un poco tendientes a restar, por esa consabida negatividad que se nos atribuye; pero ahora también nos gusta ponernos a hilar más fino en ese empeño por dividir. “Yo vi una foto de fulano arriba de un triciclo con una camiseta de Nacional, tendría unos cuatro años”, “me dijo mi primo, que conoce al cuñado de uno que era vecino de mengano; que de chico iba siempre a ver a Peñarol”, “yo conozco a toda la familia, te digo que son todos manyas/bolsos”.
¿Qué nos importa de qué cuadro era hincha de chico o en qué cuadro jugaba antes de ir a jugar a Europa y hacer tanta plata como para comprar a cualquiera de esos clubes? Son jugadores de selección y punto, son de todos. No importa (o no debería importar) de qué equipo son, ni a quién van a votar en 2019, ni si les gusta el asado jugoso o a punto. Es lo mismo que el día de mañana, vayamos a juzgar a un delantero por errar goles, atribuyéndoselo a su preferencia por la plena. “Si escuchara música clásica, otro gallo cantaría y no se desconcentraría tanto”. Cada individuo, en tanto individuo, tiene sus preferencias personales, incluso de equipo de fútbol. Pasó, pasa y pasará.
Lo que no debemos hacer, es caer en el simplismo de hurgar en esas preferencias como si influyeran en algo a la hora de ponerse la camiseta celeste. Sinceramente, si alguno encontró una foto de un jugador de la selección en una reunión familiar con una camiseta de Peñarol o de Nacional, a este cronista le importa tan poco como saber de qué lado de la cama le gusta dormir a ese jugador. No siempre la división está directamente relacionada con la victoria, menos si nos vamos a dividir entre nosotros.
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