El rincón de las arañas

Saber esconder las cartas

28 Mar , 2018  

Prof. Hermes J. Sanabria

Allá por 1990, la selección uruguaya realizaba una exitosa y recordada gira por Europa, en la que derrotaba 2 a 1 a Inglaterra en Wembley con un recordado disparo de José Batlle Perdomo y empataba con Alemania –a la postre campeón del mundo- 3 a 3 en tierras teutonas, partido de la memorable pisada de Rúben Pereira. Ya éramos casi campeones antes de ir al Mundial, además de que esas actuaciones ante potencias futbolísticas a poco del torneo nos trasladaron una presión que, por ejemplo, propulsó el penal de Rúben Sosa a la estratosfera. El Maestro Tabárez aprendió de aquello, y nunca más jugó amistosos de preparación contra equipos de primer orden antes de ir a un Mundial.

Nuestra trayectoria de vida, no solo la profesional, nos llevó a vivir unos cuantos años en la Argentina. Y no era fácil, ya por aquellos años, hacer entender a los –pocos- hinchas del Sportivo Carabelas, que no había que mostrar demasiado de nuestro –poco- poderío antes de los campeonatos, jugando amistosos contra los rivales directos. Siempre fue, el argentino, un elemento afecto a medirse contra los que considera mejores, aún a riesgo de sufrir golpes duros. Solo eso explica que lleven a su selección nacional a medirse contra España en España, un equipo considerado candidato contra uno que todavía está en búsqueda de su identidad. Por si fuera poco, já, sin Messi. Imagine usted la desazón de Sampaoli ante cada embate español, y piense que es inversamente proporcional al placer que usted sintió en su recorrida por todos los programas deportivos de la vecina orilla.

Pensemos en lo que sería el ambiente en nuestro país, en caso de que hubiéramos ido a jugar contra Brasil y Alemania, en lugar de contra República Checa y Gales. De ganarles o tener actuaciones destacadas, era mostrar la mano de cartas de forma innecesaria e injustificada. Sin contar el exitismo desmedido que se tornaría un bumerang muy peligroso. De perder, pedidos de renuncia de Tabárez, críticas exacerbadas a cuerpo técnico y jugadores, virulencia en cada programa televisivo. Bueno, lo mismo que pasa en Argentina, porque no nos vamos a andar espantando por las similitudes. La única diferencia viene por el lado de la forma de trabajar de nuestro cuerpo técnico, que aprendió que la mejor manera de jugar a las cartas, es escondiendo un poco la cosa hasta que llegue el momento de las que duelen.

Muchos se sentaron a disfrutar por la desgracia de una Argentina a la que uno jamás desearía que le vaya mal, pero en pleno banquete mediático de tantos compatriotas, este cronista prefiere quedarse con que nuestra selección tiene una linda mano para jugar en Rusia. Y, con mucho criterio, no la mostramos demasiado.

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