El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Como testigo directo de otro fútbol, este cronista se declara azorado por varias cosas que ha visto y escuchado en estos días. Usted pensará: “¿este hombre se está asombrando porque en el fútbol haya líos?”, y la respuesta es que no, que es sabido que líos, scaramuzas, piñatas o disturbios hubo siempre que 22 personas se pusieron a correr atrás de una pelota; el tema es todo lo que rodea hoy a esos hechos de violencia.
Ya hace unos días, usted recordará las declaraciones del jugador de Defensor Matías Cabrera, denunciando a un juez de línea por haberlo invitado a pelear. “Invitar a pelear”, ¡qué expresión que no podemos más que mirar con ese dejo de nostalgia hacia las cosas de nuestro tiempo!, cuando la educación estaba presente hasta en eso. Pero en todo caso, uno nunca iba a andar vociferando por ahí que había sido invitado a pelear. Aceptaba la invitación, o no. Pero en el momento, y quedaba ahí. Mucho menos, si usted era el que invitaba y era rechazado, iba a andar hablando en los programas de radio denunciando al otro por andar declarando que usted lo había invitado a pelear.
Como tampoco, si usted era técnico de algún equipo, iba a andar escribiendo un decálogo con mandamientos acerca de cómo se debía jugar determinado tipo de partidos. Da la impresión de que hoy en día, se le tiene que explicar por demás las cosas a la gente. Uno ya venía desde chico sabiendo cómo se tiene que jugar, cómo se enfrenta a ciertos rivales, qué actitud era la que había que tener cada vez que se saliera a la cancha. Y, créanos, todo se daba de manera mucho más armónica.
Mucho menos, iba a entrar en las provocaciones de un rival, reaccionando frente a todo el mundo. Si reaccionaba, que no se notara. Pero claro, en algunos lugares no había cámaras, y en algunos casos había solo algún cronista con libreta y lapicera. Y en caso de que se armara lío, nunca es deseable pero son cosas que pasan y generalmente uno tuvo algo que ver. Por eso, ver otra vez como desde un lado y otro se señalan con el dedo diciendo: “El culpable de todo fue Felipe Melo”, o “Nuestros guardias de seguridad evitaron una desgracia”, nos resulta incomprensible. Ninguno sabe cómo llegó hasta allí, como tampoco sabe Jerry Mina por qué le vino ese impulso por llevarse prestado el bolso del fotógrafo.
Hablando de impulsos, fue notorio el del jugador Rossi del Chapecoense por palpar la zona glútea de los jugadores de Nacional. Dos en el partido de ida, dos en el de vuelta; y como corolario, un relator devenido en psicólogo improvisado concluyó que “hay que indagar en la niñez de este hombre para ver por qué hace lo que hace”. ¿Se dio cuenta de que entre medio de todos estos hechos, hubo un montón de fútbol? Perdone, pero estamos tan sorprendidos por esta cultura de la poca discreción, que se nos corrió el foco del análisis.
Copa Libertadores, el rincón de las arañas, fútbol uruguayo, Profesor Hermes J. Sanabria