El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Como rezaba el título de aquella película; a la hora señalada estarán abiertas las puertas de los estadios, se venderán entradas y los jueces se dirigirán al círculo central. A la hora señalada, habrá dirigentes que se sentarán en sus lugares de siempre, esperando ser tomados por las cámaras de televisión como si se tratara de los protagonistas. Ellos, los protagonistas de esa película, no estarán jugando a la hora señalada porque siguen jugando su partido en otro terreno con más piedras que una cancha de la vieja divisional extra.
Nadie les avisó a esos dirigentes que la gente paga una entrada (si es que la paga), para ver a 22 muchachos vestido de corto correr atrás de una pelota; nunca para ver un desborde de José Luis Rodríguez, un amague de Juan Pedro Damiani o una plancha de José Luis Palma, mucho menos una vuelta en el aire de Fredy Varela. Todas esas jugadas se han visto en la vida real, pero el fútbol sigue siendo de los futbolistas. Con la fuerza y los bríos propios de la juventud, los jugadores van más unidos que nunca tras un objetivo. Y fíjese que no es tan descabellado pensar que lo puedan lograr, porque si en este país renunció un Vicepresidente de la República, ¿no va a renunciar un Presidente de la Mutual de Futbolistas?
Uno quisiera ser futbolista profesional en esta época, para poder acompañar codo a codo a estos muchachos. Pero como se dice, uno nunca deja de ser futbolista ni aunque pasen los años y el recuerdo de sus limitadas condiciones sea cada vez más lejano. Dudamos que alguien vaya a desembolsar dinero para pagar una entrada de un espectáculo sin protagonistas y exhortamos a la ciudadanía a comprender de una vez que nadie hace ninguna actividad gratis o sin las mínimas condiciones necesarias para desarrollarla. Mire para adentro y piense si no le dan ganas de que sus compañeros de trabajo sean gente con la que valga la pena unirse para reclamar algo. ¿Verdad que sí? Por eso uno se solidariza con estos muchachos que lo único que piden es hacer valer sus derechos, aunque nos quedemos con ganas de verlos jugar el fin de semana. Uno no ve que la opinión pública haya sido tan implacable con los anestésico-quirúrgicos, por ejemplo, que pararon durante unos días y nadie dijo nada.
“Quienes quieren sacar a Saravia de la Mutual, son enemigos de la democracia”, dijo alguien en la televisión, tal vez sin mucha conciencia del alcance de sus palabras. No es para tanto, porque Saravia está bastante lejos de ser “la democracia”. Por eso, si alguno de los más chicos de la casa le llega a preguntar “¿Por qué los dirigentes de la mutual son todos ex jugadores retirados hace años?”, o “¿Por qué alguien va a comprar entradas para un partido sin jugadores?”; dígale que el fútbol uruguayo es único en el mundo, hasta para estas cosas.
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