El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Primero cabe aclarar un punto, la nostalgia como característica inherente al uruguayo, no se va a terminar nunca. Es, tal vez, nuestro recurso renovable que tiene más posibilidades de mantenerse hasta el fin de los días. Ahora, en cuanto al día de celebración de la misma, pareciera haber una nueva tendencia. Como que, de alguna forma, esa vocación de salir a celebrar en fiestas se ha ido desinflando, por diversos motivos que no vienen al caso. La onda ahora es juntarse en la casa de alguno y allí dar rienda suelta a esa celebración colectiva de aquellos tiempos pasados que todos sabemos fueron mejores.
Por otra parte, coincide con el día en que se celebra este sentimiento tan particular, que otras tendencias irrumpen en otros ámbitos. En concreto, en el fútbol. Más precisamente, en la AUF. Aquella vieja manera de hacer las cosas, sigue teniendo adeptos (basta ver y escuchar a algunos colegas) que defienden a capa y espada a esas cosas que “siempre se hicieron así”. Son ellos, los que repudian todo tipo de intervención, porque, claro, significaría dejar atrás un montón de hábitos fuertemente arraigados. Es como si a un jugador de 35 años que toda la vida jugó de volante central, por ejemplo, usted lo ponga a correr por la banda. “Perro viejo no aprende truco nuevo”, dice un refrán, que en el caso de los uruguayos se acentúa. Nos cuesta el cambio, entonces es lógico que no querramos andar viajando al interior a cubrir partidos o que nos cueste acostumbrarnos a que los derechos del fútbol los pueda tener otra empresa.
Ahora bien, de la misma forma en la que parece que hay una nueva tendencia de no salir por ahí a celebrar, sino de quedarse reunidos en casas particulares; parece que por ahí va también la cosa en el fútbol. Porque los jugadores se empezaron a reunir, puertas adentro, mientras todo el mundo miraba para otro lado y terminamos justo el día de la nostalgia cambiando la mira y enfocando hacia adelante en vez de hacia atrás. Claro, estamos celebrando la nostalgia, por eso es hasta entendible que aparezcan las evocaciones a tiempos oscuros de nuestro país. Y es como todo, también es una fecha que establece un paralelismo con la vida: podemos evocar nuestro pasado glorioso (o el que cada uno considere glorioso), pero siempre nos será difícil asumir que se terminó la joda.
Uno ya está más cerca del arpa que de la guitarra, pero ojalá que de a poco este país deje de lado las pelucas afro y los Oxford para cada tanto, cambiar las cosas. Lógicamente, siempre estarán los que se mantendrán firmes en sus posturas de toda la vida, amparados en la nostalgia. ¿Cómo no entenderlos, si son cosas que les traen gratos recuerdos? Eso sí, pareciera que el 2018 sigue marcando tendencia: la gente ya no sale tanto a bailar, pero se fortalecen los grupos con la reunión cara a cara. ¿Se habrá terminado la nostalgia? Habrá que ver de qué se disfrazan algunos el próximo 24 de agosto.