El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Será que uno es de otra época, en la que la ropa sucia se lavaba en casa. Y mire que nos ha tocado estar de los dos lados del mostrador, primero como un joven rebelde que nunca quería salir, luego como un técnico que trató siempre de aplicar lo vivido como jugador a la hora de interpretar la psiquis del futbolista. Imagínese hoy, cuando nos toca transferir a la hoja lo que se vio en el partido de Peñarol entre el delantero Lucas Viatri y el entrenador Diego López y que muchos quisieron magnificar.
Siempre, pero siempre, hay en este tipo de situaciones dos elementos que se repiten. Sea el Real Madrid, el Milan o el Sportivo Carabelas de Don Torcuato; el jugador nunca está contento cuando ve que el cambio es por él. Y en todos los casos, el que tiene la última palabra es el técnico, así también la certeza de que está tomando la mejor decisión. Esto fue siempre así y así seguirá siendo mientras al fútbol se juegue con una pelota redonda con once jugadores para cada lado.
¿Por qué entonces la prensa se centra en preguntarle al técnico y al jugador por el entredicho? ¿Por qué se empeñan en hacer encuestas sobre si el club tendría que suspender de empleo y sueldo al jugador, si tiene que mandarlo a Tercera División, a cortar el pasto o a hacer trabajo comunitario? Todo por un improperio lanzado en caliente, demostrando la fibra íntima de los competidores. Nada que no se haya visto nunca, como por suerte se encargó de explicar Diego López, poniendo tranquilidad ante el impulso por crear controversia donde no la hay.
Pareciera que hay quienes se empeñan en transformar al fútbol en el mundo de la farándula. Menos mal que todavía queda gente que entiende que la ropa sucia se sigue lavando en casa mejor que en cualquier lavadero automático.
Diego López, Lucas Viatri, Peñarol, Prof. Hermes J. Sanabria