El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Se ha dicho muchas veces que siempre hay que tener un villano contra el que unirse, por aquello de que la motivación es necesaria en cualquier orden de la vida. Y así fue, un frío domingo de diciembre a las 20 horas en el que 3 millones de uruguayos se sentaron a mirar un partido por el descenso entre Sud América y El Tanque Sisley. Algo habría para que un partido de estas características entre estos dos equipos, concitara tanto interés. Y efectivamente, nunca la IASA tuvo tantos hinchas. Pero esa unión no tuvo un final feliz, porque a la melancolía de un domingo por la noche, se sumó el hecho de que triunfó el villano.
Como mérito, hay que reconocerle a Fredy Varela que logró unir a todos los uruguayos, porque todos querían ver a El Tanque “marchar a la B”. Pero claro, al ver las declaraciones posteriores del presidente verdinegro, nos damos cuenta de que no era cualquier enemigo y de que no solo venía apoyado por Paco Casal, había atrás algo más poderoso todavía. “Solo Dios puede contra mí”, declaró imperturbable el popularmente impopular dirigente, con esa seguridad que tienen los malos de las películas, que siempre da tanto miedo.
¿Qué tiene Fredy Varela para ser tan poderoso? Y, para empezar, el favor de cierta parte del periodismo que lo define como “pintoresco” y bromea con él con la confianza que solo tienen los amigos. Confianza que le sobra un hombre que se anima a atribuirse un carácter cuasi divino por un partido de fútbol. Por el descenso. En Uruguay.
No hay villano sin elevada autoestima y sin megalomanía, ni acá ni en el primer mundo, en la vida real o en la ficción. Los malos de verdad, esos contra los que a la gente le gusta unirse, son gente capaz de atribuirse todos los méritos de algo. Como Varela, que, sin prurito alguno dijo que el logro de la permanencia era muchos más suyo y del doctor Della Valle que de ningún otro mortal (o inmortal). No importa que a la cancha entren once sacrificados muchachos que no cobran muy seguido y hasta han tenido que lavarse ellos mismos la ropa que transpiran los fines de semana, o que un Tola Antúnez experto en salvar equipos del descenso tenga que ver cómo el todopoderoso Varela lo relega a un segundo plano en el orden de méritos.
Mientras un país lamentaba que Sud América se hubiera ido al descenso y El Tanque (o Varela, que es casi lo mismo) se hubiera quedado, el veterano villano cosechaba otros triunfos: su llanto casi sin lágrimas pelea palmo a palmo con la piña del hombre invisible recibida por Alejandro Acevedo, y un detalle no menor, la permanencia del fusionado en Primera lo clasifica automáticamente para el Mundial de Rusia. A Varela, lógicamente, como delegado de la AUF. Casi, casi como un Dios.
el rincón de las arañas, Fredy Varela, Profesor Hermes J. Sanabria