El rincón de las arañas
Uno de los temas de las últimas jornadas, fue como siempre la llegada de la lista de reservados del exterior para defender al combinado. Y como siempre sucede en nuestro país, lo primero que resalta el exigente paladar futbolístico oriental son las ausencias. Podría haber aparecido Hermes J. Sanabria o el Pato Aguilera en la lista, que la gente no se hubiera dado cuenta. Acá las listas de convocados se leen al revés, no importa si vienen 10 nuevos convocados, o si se citan 5 arqueros.
No es novedad que somos un pueblo inconformista, compuesto por tres millones de directores técnicos. Y es verdad que sabemos mucho de fútbol, pero a la vez lo primero que hacemos es fijarnos en los que no están. ¿Jugadores sin equipo? Los pedimos a viva voz. ¿Jugadores que vienen de una lesión y tienen menos piernas que una foto carné? Nos rasgamos las vestiduras reclamando su presencia.
En este caso, es cuestión de estado la ausencia de Álvaro González, un elemento que ha sabido ganarse por mérito propio la consideración del público. Y la gente ha salido a manifestar su disconformidad con la no presencia del Tata, y no importa más nada. Y surgen todo tipo de interrogantes, colegas incluidos: “¿No está el Tata?”, “¿Cómo que no está el Tata?”, “¿Por qué no está el Tata?”, “¿Se habrá peleado con el Maestro?”, “Le habrá bajado el pulgar Suárez?”. No importa si el jugador está dedicado a otras tareas ahora, tal vez llevando a cabo una reforma en su casa o pintando, lo queremos en la selección aún no sepamos ni siquiera si se encuentra realizando al menos algún tipo de ejercicio calisténico para mejorar su endurance de cara a los duros compromisos de eliminatorias.
Fíjese usted, querido lector, que nadie notó siquiera la reserva del botija Federico Ricca, ni se detuvo mucho a criticar la convocatoria de algunos jugadores siempre fustigados. El pueblo quiere al Tata. Si está porque está, y sino está porque no está. El uruguayo es capaz de desarrollar una marcha por nuestra principal avenida, movido por la indignación que lo lleva a abrazar todo tipo de causas. Porque así somos, siempre el que no está es el mejor, al igual que “el hermano de” que la rompía y se lesionó.
Así vamos por la vida, como nos han definido en la vecina orilla, “triste como uruguayo contento”. Desde esta columna tenemos la certeza de que el Tata ya va a volver, y el hincha oriental tendrá su merecida oportunidad de alegrarse, y por supuesto de volver a putearlo cuando así lo amerite.
Álvaro González, el rincón de las arañas, Profesor Hermes J. Sanabria, selección