El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Alguien tiene que decirlo, aún corriendo el riesgo de que no le hagan mucho caso. Somos el país del mundo que le da más importancia a los mundiales juveniles, y además vamos en contra de nuestro modo de proceder como país. Ya hemos dicho en alguna intervención, que la única forma de que en Uruguay pongamos algún tipo de expectativa en los jóvenes, es si estos patean una pelota. Sin embargo, y pese a que luego se retrase su llegada a la selección mayor hasta los 26 o 27 años, por estos días son las personas más famosas de nuestro país.
Sin embargo, no vamos a seguir esa corriente de ansiedad desmedida. ¿Para qué sumar apuro a las vidas de estos juveniles de hoy, algunos ya propiedad de los más poderosos clubes y otros ya padres? Para este cronista, es bueno recordar que en los torneos juveniles, lo importante no es tanto conseguir títulos sino la formación de jugadores para nutrir a la selección mayor. Y en ese contexto, no hay dudas de que la selección uruguaya Sub 20 es un buen equipo, que por estas horas debe estar sintiendo como un peso sobre sus hombros: eso, no es otra cosa que la mochila que ve incrementado su peso luego de clasificar entre los 16 mejores. Si antes del torneo se hablaba de posibilidades de ser campeones del mundo, ahora poco menos que estamos deseando que esto se termine para echar mano a los que van a ser la renovación tan pedida por muchos.
Pero como dicen los gurúes del “aquí y ahora”, hay que centrarse en el presente, que no es otro que el Mundial de Corea. Analicemos entonces esta segunda victoria de Uruguay ante el combinado japonés, un duelo en el que se enfrentaban mucho más que dos equipos orientales con un sol en sus banderas. Y aunque tal vez no todo el mundo lo haya percibido, Uruguay se impuso ante Japón haciendo gala de algunas características muy propias de los nipones. De la misma forma que aquel país resurgió de entre los escombros, los dirigidos por Coito tuvieron como insumos para ganar este partido a la disciplina, el esfuerzo y la tenacidad.
Alguno dirá que hablando pronto y mal, “metimos un gol y nos refugiamos atrás, nuestro arquero fue figura y sacamos hasta alguna pelota en la línea; y sobre el final maquillamos un resultado que no era para un 2-0”. Sin embargo, preferimos ponderar la capacidad de adaptación de nuestro juvenil representativo; que ante el estrecho marcaje al que fueron sometidos sus estrategas, vio como el partido casi que lo definieron sus dos laterales. El primer gol tras pase del lateral derecho Rodríguez, y el segundo obra del lateral izquierdo Olivera. De esa forma, el duelo entre el sol naciente y el sol de mayo, vio prevalecer a Uruguay. Aunque le hayan errado de vuelta a nuestro himno.
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