El rincón de las arañas
Ayer, ante la incursión de Peñarol en tierras chilenas para un amistoso internacional, se nos vino a la mente un problema que, a juicio de este cronista, no es menor. Podrá decirse que los partidos amistosos no son más que eso, amistosos, y que no es cuestión de ir a escupirle la torta al local en su fiesta. Sí, pero tampoco dejar la imagen de cualquier equipo uruguayo como algo tan liviano, y pasamos a explicar a qué nos referimos.
Antes que nada, no es la intención denostar la figura materna. Nada más alejado de la realidad, ya que las madres representan una figura fundamental e insustituible en la vida de cualquier hombre, y el futbolista no escapa a ello. Desde que el niño corretea por las canchas pedregosas del baby fútbol, la madre acompaña cada paso del proceso, llevando el termo con chocolate caliente, alentando y por qué no gritándole a su hijo e incluso al técnico.
Pero el niño crece, y en algún caso llega a profesional. Y es ahí cuando la madre debe tener la suficiente inteligencia de tomar un rol secundario y dejar crecer al hijo, ahora hombre. Y Peñarol mostró en Chile a los dos extremos de su alineación con jugadores que han estado en el tapete por una tal vez desmedida influencia materna en su vida diaria: Frascarelli y Murillo.
Primer ejemplo: guardameta hecho y derecho, ya en la treintena, bancándose la suplencia como un hombre… y va la madre y llama en vivo a un programa de radio para salir en defensa de su hijo y atacar al titular. Podrá Frascarelli jugar 15 años más al fútbol, pero esté seguro de que no se sacará más el estigma materno ante cada oportunidad en que vaya a buscar el útil al fondo de las piolas. Segundo ejemplo: llega a Peñarol un corpulento ariete colombiano, 1.90 y doble ancho, joven y presto a jugar en un equipo grande por un buen sueldo. Sí, está usted en lo cierto. Si todo eso representa la oportunidad de disfrutar a pleno su pasaje por estas tierras, pero para Miguel Ángel Murillo no lo es tal sin la presencia de su progenitora. Entonces lo primero que pide ¡es que traigan a la madre! Como dijo un reconocido colega, “este fracasa solo”.
Uno, que no es psicólogo ni desea serlo, ha leído por ahí el daño que puede hacer en un hombre el Edipo no resuelto. Este partido, lo pierde Peñarol y lo pierden las madres en los dos arcos. Es culpa de un delantero rival si al hacerle un gol a Frascarelli, le grita el gol en la cara acompañado de un “que la saque tu madre”, o si un defensa hace entrar a Murillo diciéndole al oído “¿ahora que vino tu mami estás mejor, muerto de frío?” Los partidos se ganan en los dos arcos, y en este caso hablamos casualmente del golero y el nueve, da para pensar…
Damián Frascarelli, El Aguante, el rincón de las arañas, madres, Miguel Murillo, Profesor Hermes J. Sanabria