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En Uruguay muchas veces ocurre que uno se encuentra a un par de horas de un partido de fútbol profesional, se decide a ir y parte hacia el estadio en el que se va a disputar para comprar la entrada. La mayoría de las veces no hay grandes problemas y uno ve el partido cómodamente en alguna de las tribunas.
En Europa no es así, al menos en los clubes de la élite. Un fanático del Manchester United llamado Graeme Clarke lo vivió en carne propia a sus 58 años. El fanático se decidió a asistir al encuentro entre los Diablos Rojos y Hull City el 27 de agosto en casa de los Tigres y reservó su entrada con bastante anticipación, como debe hacerse en Inglaterra.
El problema surgió cuando llegó el día y el hincha tenía una gripe muy fuerte y no era aconsejable que saliera de su casa. Para preservar su salud decidió no ir al encuentro, aunque no tuvo en cuenta que esto le podía generar otros inconvenientes. Días después le llegó un mail de la dirigencia del club notificando que está impedido de comprar boletos para partidos como visitante por un año, al no haber liberado su cupo y permitir a otro fanático ocupar el lugar.
“Entendemos las razones que le impidieron ir al partido, pero tenía la posibilidad de anular su entrada y recibir un reembolso a cambio”, decía el mail. Además esgrimía que “miles de solicitantes se quedan sin localidades en cada encuentro y queremos asegurarnos de que todas las que concedemos se usan”.
Poco importaron los 40 años de socio que tiene Clarke o su estado de salud el día del encuentro. Faltó a ver a su equipo y eso no tiene perdón. En realidad sí, un año sin verlo como penitencia.
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