El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Cuando le dijeron al hincha de Peñarol que la contratación del arquero de Plaza Colonia era un hecho, más de uno se quedó medio incrédulo. Otros, pusieron el grito en el cielo. Que no era arquero para Peñarol, que era bajo, que no tenía pinta de nada, que era un gordito, que era un negociado de algún contratista, que ya tenían a Guruceaga… Quién diría, ¿no?
Ya pasó algún tiempo de aquel momento que hoy nadie recuerda. Kevin Dawson ya no parece tan bajo, se lo ve más estilizado y la pilcha de cuadro grande parece quedarle mejor. Alguno, tiene una vaga idea de quién era Guruceaga. Dawson es el mejor jugador del fútbol uruguayo, elegido casi de forma unánime.
Claro, con el viento a favor no son pocos los que recuerdan que acaso el mejor arquero en la historia del fútbol uruguayo y también del equipo aurinegro, era un hombre no muy alto para el puesto. Entonces, mucho de Mazurkiewicz aparece en Dawson, que ya es “El Kevin del CAP” y no produce más murmullos de la tribuna ni comentarios suspicaces acerca de la habilidad de Carlos Manta para colocar jugadores de dudosa valía en equipos grandes.
Hoy, Dawson es figura, referente, parte de la tan mentada “columna vertebral” de un equipo campeón y sus hinchas rezan para que no se vaya. “Kevin y diez más”, dicen varios al ser consultados por cómo debe formar el equipo. Y uno, que algo ha visto y algún año tiene encima, no puede más que alegrarse por un botija al que nunca vio en persona pero al que se le nota la buena madera desde lejos.
Cada vez que un arquero es reconocido como figura destacada, es un logro de un gremio eternamente castigado: el del puesto más ingrato del fútbol. Sáquese los guantes, Kevin, y disfrute de las maduras. Ya tendrá que volver a ponérselos para atajar las verdes.
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