El rincón de las arañas
Nuestro país suele ser bastante proclive a minimizar sus propios logros, en esto no vamos a descubrir nada. ¿Hay que poner un palo en la rueda? Ahí estamos, siempre dispuestos al pero y a la crítica al compatriota. En el caso de que este sea exitoso, redoblamos la apuesta.
Si por el camino encontramos la posibilidad de burlarnos, quédese tranquilo que la vamos a aprovechar. “¿Así que el Loco Abreu se va a jugar al Baurú? ¿No habrás escuchado mal y será que se puso un carrito de comida en el Chuy?”. Esta conversación, fue escuchada por quien esto escribe, mientras realizaba el trabajo de campo para una futura nota. No importa que la otra persona participante de la misma le haya aclarado a su amigo que se trataba del Bangú, y no del Baurú, el club donde Sebastián Abreu continuará su carrera a partir de enero. En Alemania, sería objeto de veneración un futbolista que a los 40 años sigue en el tapete, y por debutar en su club número 24 en una trayectoria sin igual. Incluso de Alemania proviene el récord Guinness del futbolista que ha jugado por más clubes, 25.
No seguimos escuchando esa conversación, pero seguramente el amigo risueño se haya burlado cuando el otro le dijo que un compatriota nuestro está a un club de empatarlo, y a dos de entrar al libro Guinness de los récords. Nuestra esencia nos pone siempre en ese lugar, no nos permitimos el reconocimiento al otro. Es como si una extraña fuerza nos llevara hacia los brazos de la envidia, de la descalificación, de la burla. “¿Viste el ladrón de gallinas del Loco? Se va a jugar a un equipo de Río, para mí que tiene algún negocio con las escolas do samba”. Eso fue lo primero que dijo un colega, cuando informalmente charlábamos sobre la noticia. Y a ese colega, uno se vio tentado de decirle que seguramente Abreu haya besado más escudos que él mujeres en su pobre trayectoria. Pero no nos gusta entrar en la chiquita.
Por eso, este cronista elige el camino opuesto, casi como el salmón nada contra la corriente. Mientras usted se ríe, hay un hombre que sigue corriendo detrás de una pelota y persiguiendo sus sueños. Bueno, póngale que corriendo no tanto. Pero sí vistiéndose de corto y pronto para picar algún penal o mandar guardar algún rebote que quede en el área chica, porque el área grande ya no es un territorio tan frecuente en sus recorridas. Como dice el tango, la filosofía de Abreu es seguir “bailando mientras las tabas le den con qué”; y nada le impide seguir sumando sellos al pasaporte, chapas al mate y camisetas a una carrera de récord. Ni la envidia de los compatriotas.
Bangú, el rincón de las arañas, Profesor Hermes J. Sanabria, Sebastián Abreu