El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Hoy se define la controversial Copa de Campeones Uruguayos, sobre la que ya hemos vertido nuestra opinión. Un torneo que margina y discrimina, no nos merece demasiada más atención que la que le hemos dedicado todos los uruguayos, es decir poca. Esa misma atención tampoco hoy estará puesta en los partidos que los cuatro equipos enfrentarán con formaciones alternativas que no hacen presagiar un gran nivel futbolístico, está puesta en quien nunca pasa desapercibido: Leonardo Ramos.
Si a alguien se le ocurrió jugar un clásico en lunes, ¿por qué no podría haber un miércoles de Ramos? Hoy, un país habla acerca de la continuidad y el respaldo invisible de la silla del entrenador aurinegro, que juega a partir de ahora con la presión de tener que salir campeón invicto si es que piensa mantenerse en el cargo. LA nota periodística de la jornada no va a ser la que pueda dar Lasarte o Acevedo dando la vuelta en un despoblado Estadio Centenario, va a ser la que se pueda obtener de Ramos y Damiani, dupla que ya sabemos estuvo hablando de fútbol y de cine tras la derrota clásica.
Mientras se jugaba el clásico, la gente ya estaba pensando en si Ramos seguía o no, por esas lógicas perversas que tiene el fútbol actual. Entre ese día y hoy, llegaron a su plantel tres jugadores de buen nivel, algo que parece agregarle tres problemas más a un hombre que no va a enfrentar solamente a la presión de ganar a partir del domingo. No, la cosa no queda ahí. Ramos además tendrá como enemigos a sus propias declaraciones como la del “equipo en formación” o la del “ADN de Peñarol”, a las especulaciones de que no se echan técnicos en año electoral o a los que lo critican por su manera de vestir diciendo que nunca en la historia del club se salió campeón con un DT que usara pantalón chupín. A favor de Ramos, son modas. Uno tampoco usaría ahora un Oxford, pero en su momento supo pararse al costado de la línea de cal luciéndolos con gallardía.
¿Cómo terminará esta historia? No podríamos decirlo, pero solamente hay dos opciones. Se va campeón invicto y sortea el cambio de directiva, o le deja un plantel de fuste a su eventual sucesor Mario Saralegui. Uno, en base a la experiencia, le diría a Ramos que seguramente el destino le guarde una revancha a la vuelta de la esquina. Por ahora, sigue en el cargo y depende solamente de él.
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