El rincón de las arañas

No lo cambiamos por nada

27 Jan , 2019  

Para los nacidos en esta tierra, el sentimiento futbolístico es algo que se podría colocar sin temor a equivocarnos, a la altura del que se tiene por algunos integrantes de la familia (y en algunos casos superior al que se pueda tener por alguna tía vieja que cae sin avisar un domingo de tarde). Es visto por aquellos que no entienden la pasión por el deporte rey, como una manifestación ridícula que pone a los hombres a la altura de los animales. Pero, ¡cuán equivocados están a nuestro juicio quienes ven al fútbol de esta manera!

Así como unos fuman, otros beben, otros fuman y beben, estamos los que fumamos, bebemos y miramos fútbol. ¿Tan difícil de entender es esto? Es lo mismo que pasa con el fútbol uruguayo, ese al que desde afuera ven como un fenómeno inexplicable. Y es que nuestro fútbol es tal vez penoso a los ojos de algunos, pero inigualable para nosotros. Se trata del único del mundo en el que una vaca dio una vuelta olímpica, en el que se secó una cancha con colchones, en el que los jugadores de un equipo que salió campeón se llevaban entradas para vender a sus familiares, o en el que se venden tortas fritas en los recintos deportivos. En el fútbol uruguayo hay una cancha con una tribuna de agua, ¡que igualen esto en la Premier League si se animan!

Todo esto compone el famoso “folklore” del fútbol oriental, ese que siempre tiene a un hermano de algún jugador que la rompía y quedó por el camino por una rebelde lesión, o el del ambiente familiar en las graderías de los equipos denominados chicos. Eso y más es nuestro querido deporte, del que se dice que si un jugador juega acá, juega en cualquier lado.  Es el de los partidos con 30 personas en las tribunas, el de las canchas con bajada, el del veterano con la Spica pegada a la oreja, el del humo de chorizos atravesando la cancha y haciendo llorar la vista….

Por eso, ¿qué tiene de malo que se aplauda más un tranque que una jopeada? Uno, que ha visto muchos partidos y ha recorrido el mundo, no solo prefiere este fútbol humilde y sufrido, sino que lo elige. Que se queden ellos con sus estadios y sus canchas perfectas, con sus ligas de élite y su fama mundial; nosotros nos quedamos con un Miramar Misiones- El Tanque Sisley un sábado de mañana con nuestro cono de papel de diario lleno de maní. Maneras de ver la vida, que le dicen.

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