El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Basta fijarse en lo que se hablaba de Leonardo Ramos en días anteriores y lo que la gente comenta en estos momentos. ¿Sorprende? Para nada, menos a uno, que supo de primera mano de la ingratitud que puede mostrar el público cuando se impacienta ante el juego deficitario o los malos resultados. Pero, así como el ser jugador de fútbol vuelve a los muchachos más atractivos a los ojos de las damas, ganar tapa todo y alivia las heridas.
Uno no es quién para dar consejos a nadie, pero si algo aprendió en la vida es que hay que ir siempre por el camino del medio. Es la mejor manera para no desviarse ni para un lado ni para el otro, como dice el dicho: “Ni tan calvo ni con dos pelucas”. Por eso, un hombre de fútbol como Ramos no debería dejarse llevar ahora por los elogios, como no debió antes dejar que le entraran las críticas desmedidas.
Sin embargo, observando la realidad, es fácil de apreciar que el hincha de Peñarol ve ahora todo con otros ojos. Y uno, como colega, se alegra de que al menos por una semana Ramos deje el medio plidex para dormir. En algún momento, el hombre tiene que aflojarse. La contundente victoria contra El Tanque, permite que el DT aurinegro respire como cuando se saca el chupín después de una ardua jornada de trabajo.
Ganar siempre tapa todo. Hoy nadie se acuerda de que separó del plantel a varios jugadores, que si hubiera perdido la gente estaría pidiendo como imprescindibles. Al hombre que no goza del respaldo de la directiva, hoy se le anotan varios porotos: haberle dado la continuidad a Dawson en el arco, insertar a Varela o a Viatri sin que se notara el desconocimiento con sus compañeros, saber llevar a jugadores de jerarquía como Gargano y Corujo o haber pedido a Estoyanoff contra viento y marea. Atrás quedaron los murmullos por el rendimiento de Maxi Rodríguez. ¿Alguien dudaba de que cuando fuera por los puntos, iba a aparecer?
Queda en el ambiente la percepción de que al menos por estas horas; Peñarol es el Real Madrid, Ramos puede conducir Ferraris con garantías y el Lolo cada día canta mejor. Pero la vida nos demuestra que, aunque hoy podamos ser todos rubios y de ojos celestes, mañana el viento puede soplar para otro lado. Y el fútbol no es más que un reflejo de la vida, tal vez uno de los más perfectos.
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