El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
El domingo de resurrección no nos trajo ningún milagro, ya que Juventud se adelantó y obtuvo su primera victoria del torneo el día sábado. De todas formas, no podríamos hablar de que resucitó, por lo que los equipos que ven comprometida la permanencia la siguen viendo complicada. Tampoco vimos florecer espectáculos futbolísticos dignos de destaque desde lo estético; pero hay algo que siempre debe destacarse en nuestro fútbol, a esta altura una garantía: va a haber emoción hasta el final. Como se dice en la jerga, “se partió la tabla”. El campeón del Apertura saldrá de entre Nacional, Defensor y Peñarol; pero como es lógico, todavía son muchos aspirantes. Campeón hay uno solo, por más que todos se sientan merecedores.
Cada uno de los candidatos tiene argumentos de sobra, al igual que sus entrenadores. Porque si algo tienen Lasarte, Acevedo y Ramos, es una capacidad de argumentación que nos hace pensar en que es un desperdicio que no estén debatiendo por televisión sobre aspectos técnico-tácticos o incluso sobre temas de actualidad del quehacer nacional. Es una maravilla ver a estos tres profesionales desenvolverse frente a cámaras y micrófonos, cada uno en su estilo, pero con la misma validez.
¿Hugo Silveira era ídolo de la parcialidad tricolor antes de Lasarte? ¿Maxi Gómez era el mejor 9 del fútbol uruguayo antes de Acevedo? ¿Nández era pedido unánimemente a la selección antes de Ramos? Seguramente, usted coincidirá en que todas las respuestas podrían contestarse con un no rotundo. Entonces, cuando un entrenador tiene méritos propios, aciertos que le dan espalda, y manejo de la situación; si el equipo lo acompaña un poco va a pelear arriba. Y es lo que está pasando, salga campeón quien salga campeón; tenga quien tenga el fixture más difícil o la “suerte del campeón”.
De ser campeón Nacional, Lasarte se amparará con la serenidad que lo caracteriza en las bondades de un plantel rico y con jugadores que aparecen cuando tienen que hacerlo. En caso de que Defensor vuelva a dar “una vuelta a la historia”, Acevedo realizará sentidos alegatos frente a quien lo quiera escuchar, esgrimiendo con razón que tuvieron que luchar contra todo y contra todos, aún contra el poder hegemónico de los cuadros grandes (y su hermano será el personaje más recordado de ese logro, por destrozo). Y si Peñarol arremetiera de atrás y lograra el título, un Ramos acariciándose la barba diría que se impuso la lógica de que el único invicto, el más goleador y el menos goleado hubiera terminado campeón.
Cuatro fechas y se define. Entre medio; quedan varios tranques, unas cuantas declaraciones picantes y una o dos jugadas de esas que definen campeonatos. En último caso; si hay que desempatar, que lo hagan los entrenadores en un debate. Ahí, capaz Acevedo corre con ventaja por su reciente paso por la televisión, aunque como dicen: “los partidos hay que jugarlos”.
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