El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
Allá por 1987, el Maestro Tabárez empezaba a hacerse conocido en Argentina con la resonante victoria de Peñarol ante Independiente, partido en el que el juego por las bandas fue crucial. Ese mismo año, uno también la peleaba en Buenos Aires y puede recordar con claridad el lanzamiento de una canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota que por siempre estará ligada a los equipos que abren la cancha. ¿Su título? “Vamos las bandas”.
Este recuerdo nos viene a la mente en el preciso momento en que el DT de la selección mete mano en el equipo para enfrentar a Arabia Saudita, cambiando a Nández y De Arrascaeta por Sánchez y “Cebolla” Rodríguez respectivamente. El objetivo, parece ser claro: jugar por las bandas y cambiar la imagen de un equipo que pareció sin sorpresa hasta la entrada de los dos experimentados jugadores.
Un Mundial no permite tener demasiado tiempo para detectar problemas que el equipo pueda estar teniendo, por eso exige tomar determinaciones entre un partido y otro. En el caso de los dos jóvenes que cederán sus lugares a compañeros más curtidos y capaces de cumplir la función de otra manera, la pregunta podría venir de la letra de “Vamos las bandas”. “¿Y cuánto vale dormir tan custodiado de expertos cínicos y botones dorados?”. En el caso de Giorgian y Nahitan, valió sacrificarse por el equipo luego de no haber podido superar con creces a los expertos cínicos y botones dorados que se presentaron en forma de laterales egipcios. Cosas que pueden pasar en el fútbol.
Algunos colegas, implacables en demasía a nuestro entender, habrían preguntado sin reparos a los dos jugadores que salen si los nervios les jugaron una mala pasada que los llevó a perder el lugar en la oncena (“¿Y cuánto vale tu estómago crispado y tus narices temblando por el miedo?”), pero lo mejor sería preguntarse íntimamente si es justo tirar por la borda todo lo hecho por ambos volantes cuando la ansiedad les jugó una mala pasada y no los dejó descansar bien la noche previa al partido (“¿Y cuánto vale todo lo registrado si el sueño llega tan mal que te condena?”). Y como también decía aquella canción, con aquel pasaje de “¿Y cuánto vale ser La Banda Nueva y andar trepando radares militares?”, las nuevas bandas, pobladas por Sánchez y Rodríguez, tendrán la responsabilidad de profundizar por su sector. No serán radares militares el objetivo a trepar, pero sí férreos marcadores saudíes y posteriormente los fuertes rusos, desafíos nada despreciables. Así que un país entero estará diciendo el miércoles “¡Vamos las bandas!”, confiando en que sean los rivales de turno los que rajen del cielo.
Una vez más, la táctica en el fútbol demuestra ser mucho más importante de lo que la gente cree. También, es la demostración de que Tabárez siempre busca variantes. El que no lo cree, que diga si salir a explotar las bandas justo contra Arabia, no es jugado. Para los que dicen que Tabárez no arriesga.
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