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Mientras los equipos se preparan para una nueva temporada las exigencias son menores y los protagonistas suelen tomarse los momentos con menos rigidez. No resulta extraño que durante la pretemporada los hinchas puedan tomarse fotos o acudir a entrenamientos en los que vean más de cerca a sus jugadores y entrenadores favoritos.
Lionel Messi, Gerard Piqué y Arda Turan se tomaron a pecho su rol de ídolos de niños y realizaron una campaña publicitaria en la que le dan la sorpresa de sus vidas a unos jóvenes de un centro que fomenta el deporte en niños de zonas carenciadas. Los niños llegaron a la Ciudad Deportiva de Barcelona pensando que ese era su gran premio pero no contaban con que los tres jugadores del plantel principal se sumarían a la práctica, les harían regalos y jugarían con ellos.
Suerte similar también tuvo un niño de Manchester, que pensó que iba a tener una entrevista con el canal oficial del club en un taxi, algo que tienen como costumbre. Lo que no contaba era que al llegar dentro del coche viniera el flamante entrenador del plantel principal, Pep Guardiola. El niño, lejos de sentirse intimidado, consultó al técnico sobre la nueva temporada, lo invitó a su casa cuando esté aburrido y le sugirió hablar con Messi para tentarlo con llegar a los Citizens.
Pero si estos fanáticos se alegraron, hubo uno que no corrió la misma suerte. Tras un partido amistoso José Mourinho se dedicó a firmar autógrafos a los hinchas de Manchester United que se encontraban frente a un vallado. Entre ellos se coló un fanático de Chelsea, club en el que Mourinho también escribió historia, pero el entrenador se negó a firmarle la camiseta por respeto al resto de los fanáticos. Una decisión cuestionable.
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