El rincón de las arañas
Prof. Hermes J. Sanabria
La influencia portuguesa en Uruguay viene de mucho antes de la llegada de Fernando Vilar a los medios de comunicación. Nuestra relación con los lusos, cuenta a lo largo de su historia con dos invasiones y el legado de una hermosa ciudad como Colonia del Sacramento, además de la receta de los bifes a la portuguesa (o en su defecto el pollo con la misma preparación). Era inevitable que al enfrentarlos en el Mundial Sub 20, afloraran los recuerdos de luchas pasadas con Artigas y los 33 Orientales como protagonistas de nuestra defensa; aunque el triángulo final de Mele-Rogel-Bueno haya demostrado no quedarse atrás en cuanto a eficacia defensiva.
Con el paso de las horas, que siempre da la perspectiva necesaria a las cosas, podemos concluir que no hubiera sido justo que Portugal tuviera otra jornada de gloria en este fin de semana. Luego de la consagración de Cristiano Ronaldo, era hora de que tocara algo para este lado, para que se hiciera justicia con el pueblo que más trascendencia da a los mundiales juveniles en el mundo. Porque, mientras en tierras lusitanas la gente seguía con la rutina habitual de un domingo; los uruguayos nos levantamos a las 6 de la mañana como verdaderos guapos, esto es sin chistar y hasta con una especie de deber patriótico. Esto reafirma que, si hablamos de merecimientos, estábamos antes en la lista. Más aún, luego de ver lo acontecido en Irlanda con la selección mayor, un equipo inmerso en otra dinámica, en otra etapa, muy alejado del idilio que se vive hoy con los juveniles.
Un pueblo futbolero como el nuestro, no podría estar hoy encarando sus actividades normalmente si Santiago Mele no hubiera atajado esos penales y Santiago Bueno no hubiera ejecutado con precisión el definitivo. Recuerde como se sintió cuando el tiro de Amaral se fue por encima del horizontal, e imagine haberle agregado a eso lo que vio de la mayor luego del almuerzo, y súmele todo aquello de la melancolía dominical. Hoy hubiera sido duro. Por eso, miremos para atrás, y digamos con orgullo: “Qué BUENO que MELEvanté para ver a los chiquilines”.
Demostrando como en 1812 y en 1825 que los portugueses no lo iban a tener fácil con los orientales, los dirigidos por Coito supieron remontar por dos veces el resultado en los 90 minutos, y todavía se sobrepusieron al fallo de su capitán con una aparición heroica de su arquero. No importa que no hayamos entendido mucho el sistema nuevo de definición por penales, porque ya no quedará como un mal recuerdo con nuestros juveniles como protagonistas de alguna innovación como el gol de oro. Importa que Mele contuvo todo lo que le tiraron, y que por un rato nos volvimos a unir como pueblo haciendo todo tipo de juegos de palabras con su apellido y la euforia de volver a ver a un seleccionado uruguayo entre los cuatro mejores del mundo. Saboreemos las MELEs de la victoria, sin olvidar que no debemos cargar a estos jóvenes con responsabilidades ajenas, y mucho menos colgarlos DE LA CRUZ si no son campeones.
el rincón de las arañas, Mundial de Corea, Portugal, Profesor Hermes J. Sanabria, Santiago Mele, uruguay